PANAMA.- ( AGENCIALAVOZ.ORG )
Hubo una vez un joven de amplia sonrisa, amigo de sus hermanos de sangre y
de aquellos que no lo eran.
La perseverancia, la sencillez y la alegría lo caracterizaban y desde muy pequeño
decidió ponerlos al servicio de Dios y de los demás.
Quizás por eso, niños de la etnia Emberá Wounnan, de la apartada región de Puerto Indio,
en Darién, Panamá, donde acudió a misionar con sus hermanos de la Casa de Oración
Cristiana, nunca escatimaron esfuerzos en invertir lo poco que tenían para llamarlo a su celular
y manifestarle cariño.
Una oscura noche de lunes, la violencia irrumpió en la vida de ese muchacho.
Daniel Alberto
Carrizo Jiménez estuvo en este mundo poco más de 19 años, tiempo suficiente para que
pudiera dejar una huella en los que lo conocieron.
Poco a poco fueron llegando hasta la Casa de Oración Cristiana, en la Avenida Santa Elena,
en Parque Lefevre, cientos de personas de todas las edades, pero sobre todo,
mucha juventud, da a conocer Critica.com.pa en su sitio web.
Con pancartas o con globos blancos, todos tenían el deseo de decirle hasta luego a Daniel Alberto,
víctima de un malogrado asalto el lunes en su residencia de Hato Pintado, en Pueblo Nuevo.
En el culto presidido por el Pastor Hermes Espino, se resaltaron las virtudes del fallecido, sobre todo el liderazgo, buen corazón y la entrega a Cristo. También hubo tiempo para hacer un llamado a la sociedad para ponerle freno a la intolerancia generadora de violencia. “Todos hemos de ponernos el vestido de la muerte, pero sólo los que creen podrán ponerse el vestido de la resurrección”, predicaba el Pastor.
Rolando Alberto Carrizo Candanedo, padre de Daniel, dijo aceptar la voluntad de Dios. Agradeció el apoyo en estos momentos difíciles del presidente Ricardo Martinelli y de la Policía Nacional y urgió a la sociedad sin distinción de partidos políticos, estatus social o creencia religiosa, a unirse en una cruzada para hacer frente a la delincuencia.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue cuando el padre recordó su último cumpleaños. Ese día su hijo -con la espontaneidad que lo caracterizó- le dijo tantas cosas bonitas y se lamentó no haberlo abrazado. El atribulado hombre confesó haberse sentido impotente por no haber podido ayudarlo el día que murió.
La madre del joven, Elba de Carrizo, dijo que su familia no quiere venganza y oró por los asesinos. También destacó que su hijo cumplió con su misión en la tierra, y de todos ellos era el que estaba listo para partir.
El presidente de la República, Ricardo Martinelli, llegó a la Casa de Oración Cristiana para dar personalmente las condolencias a la familia de la víctima, y aprovechó la oportunidad para advertirle a los delincuentes que ya se les acabó el relajo, y que tengan mucho cuidado y no jueguen con él, porque crímenes como el de Daniel no van a quedar impunes.
Advirtió que a los asesinos y narcotraficantes nadie los va a salvar de cumplir una pena acumulativa de hasta 50 años, y confesó sentirse frustrado con lo que está sucediendo.
El Mandatario le declaró una guerra sin cuartel a la droga, a los que cometan asesinatos y otros delitos graves. Sentenció que los delincuentes -adultos o menores- irán a la cárcel y él mismo se encargará que le den seguimiento a esos casos y no venga ningún abogado con una ‘leguleyada’ para sacarlos.
Aunque no mencionó la posibilidad de implementar la pena de muerte en el país, el presidente Martinelli se mostró abierto de llevar a una consulta popular la posibilidad de implementar la cadena perpetua.
Pero el que sí se mostró a favor de la pena de muerte fue Carlos Arana, presidente de la Asociación pro Seguridad Ciudadana, quien dijo que la sociedad panameña debería establecer la medida extrema para delitos graves por lo menos durante un tiempo mientras se minimiza el problema. Advirtió que eso servirá como método disuasivo para los delincuentes que lo pensarán dos veces antes de asesinar a otra persona, porque saben que al final ellos podrían correr igual suerte.
Esa tesis no fue compartida por el coronel retirado Rubén Darío Paredes, quien se opuso a la aplicación de la medida extrema, pero sí consideró factible instalar en el país la cadena perpetua.
Max López, vocero de la familia Carrizo, dijo que se comprobó que la bala del menor de 16 años que irrumpió junto a sus compinches en la vivienda de sus apoderados, fue la que mató a Daniel Alberto, por lo que estarán firmes en que se haga justicia y el adolescente pague.