Confianza total
Salmo
23
“Ciertamente el bien y la
misericordia me seguirán todos los
días de mi vida”. Salmo 23:6ª Es
una mañana preciosa, un radiante sol
nos brinda su luz y calor, una
extensa pradera muestra su verdor
salpicado de esplendidos colores de
una gran variedad de flores, las
cuales se mecen por la suave brisa,
junto al río cuyas aguas fluyen en
un suave susurro, aunado al canto de
las aves de maravillosos plumajes, y
todo este conjunto de elementos crea
un maravilloso ambiente; la paz
inunda todo nuestro ser y nos
sentimos llenos de alabanzas hacia
nuestro Dios, por el deleite que
sienten nuestras almas al contemplar
la grandeza de la creación de
nuestro Padre celestial; y somos
felices.
Pero,
cuando la tarde se presenta sombría,
llena de nubes negras, de temores y
dolor, y la oscuridad inunda el
ambiente y nos sobrecoge la soledad,
cuando los problemas de todo índole
nos amenazan por doquier, y el peso
de su carga se nos hace por momentos
insoportable; con que facilidad nos
olvidamos de que Dios está a nuestro
lado, y que nos anima con su voz
amorosa a que entreguemos en sus
manos todas nuestras cargas y
conflictos, y confiemos en que Él es
nuestra fortaleza y nuestro pronto
auxilio en medio de la tribulación.
Aprendamos a vivir cada día, de
ahora en adelante, confiando en que
Dios tiene el control de todas las
cosas, por muy pequeñas o grandes
que pudieran ser; digamos como el
salmista, el rey David: «Aunque ande
en valles de sombra de muerte, no
temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo; tu vara y tu cayado me
infundirán aliento» (vv.4).
El
hombre que vive confiado en Dios,
cualquiera que sea la circunstancia
de su vida, es una persona
Por
Elfriede de Jiménez
BENDICIONES
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