Cuando meditamos en el
significado de la salvación, el
haber sido librado(a) de la
condenación eterna; cuando
visualizamos a Cristo en la
cruz, abriendo camino para
amistarnos con el Padre y
ocupando el lugar que me
correspondía a mí y te
correspondía a ti; cuando
evocamos su resurrección y
ascención a los cielos,
preparando lugar para nosotros
... Eso debe ser suficiente para
que su amor nos constriña y se
inunde nuestro corazón de un
agradecimiento tal que, en medio
de cualquier circunstancia,
elevemos nuestra mirada al cielo
y nos desbordemos en gratirud
hacia Aquél que su vida dio ...
por ti y por mí ...sin
merecerlo. Es tal su amor, su
fidelidad, su misericordia y
bondad que, todo eso y más,
debería opacar cualquier
adversidad que intente
apartarnos de su amor. Gracias
sean dadas a Dios, que nos da la
victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo.
Amantísimo
Padre Celestial:
¡Cuán difícil se nos hace darte
gracias en medio de ciertas
circunstancias!
Yo sé
que debo
de hacerlo porque Tú lo
estableces así en tu Palabra
para nuestro bien, pero en
ocasiones me
resisto.
Pon tal agradecimiento en
mi
corazón
que pueda
darte gracias en todo, porque
esa es tu voluntad para con
nosotros. Permite que todo lo
que yo
haga, sea de palabra o de hecho,
lo haga en el nombre de JESÚS,
dándote gracias por medio de El.
Enséñame
también, a ser agradecido(a)
con aquellos que
me
hacen bien, no solamente de
palabras, sino también, de
hecho. Tu Espíritu Santo
me
ayude en mi
debilidad para perseverar en la
oración, velando en ella con
acción de gracias. ¡Gracias,
Padre amado, por tu don
inefable!
En el nombre de JESÚS,
AMÉN.
A/D
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