1 El primer día de la
semana, María Magdalena
fue al sepulcro muy
temprano, cuando todavía
estaba oscuro; y vio
quitada la piedra que
tapaba la entrada. 2
Entonces se fue
corriendo a donde
estaban Simón Pedro y el
otro discípulo, aquel a
quien Jesús quería
mucho, y les dijo:
--¡Se han llevado del
sepulcro al Señor, y no
sabemos dónde lo han
puesto!
3 Pedro y el otro
discípulo salieron y
fueron al sepulcro. 4
Los dos iban corriendo
juntos; pero el otro
corrió más que Pedro y
llegó primero al
sepulcro. 5 Se agachó a
mirar, y vio allí las
vendas, pero no entró. 6
Detrás de él llegó Simón
Pedro, y entró en el
sepulcro. Él también vio
allí las vendas; 7 y
además vio que la tela
que había servido para
envolver la cabeza de
Jesús no estaba junto a
las vendas, sino
enrollada y puesta
aparte. 8 Entonces entró
también el otro
discípulo, el que había
llegado primero al
sepulcro, y vio lo que
había pasado, y
creyó. 9
Pues todavía no habían
entendido lo que dice la
Escritura, que él tenía
que resucitar. 10 Luego,
aquellos discípulos
regresaron a su casa.(Juan
20:1-10)
Cuando María Magdalena
fue al sepulcro aquella
mañana muy de temprano,
su mayor preocupación
era quién removería la
piedra de entrada al
sepulcro para que ella y
la otra María pudieran
ungir el cuerpo de Jesús
con las hierbas
aromáticas.
Como buenas mujeres
judías habían tomado la
responsabilidad de
conseguir las hierbas y
muy de temprano
dirigirse al sepulcro a
cumplir con su
responsabilidad para con
el Maestro.
La piedra física que
tapaba la entrada, era
analógicamente muy
similar a la piedra
espiritual que les
impedía ver más allá de
los agitados sucesos de
los últimos días: El
Señor arrestado,
indagado, humillado,
golpeado y finalmente
levantado en una cruz.
Todo había sucedido muy
rápido, el dolor , la
confusión de lo pasado,
la incertidumbre por lo
venidero no les dejaba
ver, tal piedra cubría
su entendimiento y las
llenaba de un profundo
sentimiento de tristeza
y temor.
Pero esa mañana Dios
tenía otros planes. Al
llegar al sepulcro, la
piedra corrida. La
situación había
cambiado, algo no estaba
bien presintieron ellas,
con temor se acercaron y
a pesar de que la piedra
ya no estaba seguían sin
entender.
Hace ya más de 2000 años
que Dios decidió correr
la piedra del sepulcro,
muchos hoy aún no
entienden que ha pasado.
A pesar que la piedra ha
sido corrida, en sus
vidas una gran roca les
impide ver más allá de
la entrada. Una gran
piedra les impide poder
salir de su propio
sepulcro para alcanzar
la vida abundante que
Jesús posibilitó al
subir a la cruz primero
y al correr la piedra
después (su
resurrección).
¿Cuál es la piedra que
tapa tu visión hoy? ¿La
que no te deja ver que
el sepulcro está vacío?
Es tal vez la vorágine
de la vida, e l trabajo
y las obligaciones? ¿Una
vieja amargura que no te
permite perdonar? ¿La
cadena de un pecado de
la que no puedes
liberarte? ¿La ausencia
de un ser querido? ¿El
abandono, la soledad, el
maltrato, la enfermedad?
¿Cuál es la piedra que
no te deja salir de tu
sepulcro interior?
Ninguna de estas piedras
son obstáculo insalvable
para aquél que venció la
muerte, a todas ellas
Jesús puede correrlas,
quitarlas del medio, el
mismo poder que lo
levantó de la tumba y
corrió la piedra es la
que está disponible hoy
para todo aquél que
quiera tener un
encuentro con el
Resucitado.
¡Sí!, Él ha resucitado
para que tú puedas tener
vida y vida en
abundancia, para
sanarte, para limpiarte,
para restaurarte y
regalarte vida eterna.
Los discípulos que
llegaron al sepulcro
avisados por las
mujeres, vieron y
creyeron,
aún no habían
comprendido que Él tenía
que resucitar, pero las
evidencias eran
ineludibles, la piedra
ya no estaba, los hechos
hablaban por sí mismos,
entonces pudieron creer
y su tristeza se volvió
en alegría.
Cree en el Señor
Jesucristo y su obra de
salvación en la cruz por
ti, y podrás vivir lo
que María Magdalena
experimentó después:
-Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les dijo:
-Porque se han llevado a
mi Señor, y no sé dónde
lo han puesto.
14 Apenas dijo esto,
volvió la cara y vio
allí a Jesús…
(Juan 20,13-14)
Podrás ver a Jesús a tu
lado, actuando en tu
vida, cambiándola y
llevándose todas tus
lágrimas.
Equipo de colaboradores
del Portal de la Iglesia
Latina
Erica E