¿Heredaran sus hijos su fe?
La posesión más valiosa que tenemos, como creyentes es nuestra fe. En la segunda carta de Pablo a Timoteo, el apóstol le recuerda al joven que su fe la heredó de su abuela Loida y de su madre Eunice (2 Ti 1.3-7)
Los hijos observan nuestra fe por el estilo de vida que vivimos. Podemos darles una fe firme . Un padre que predica la Biblia pero no vive de acuerdo con ella, enseña a sus hijos que no pueden confiar en Dios. Si usted quiere dejar a sus hijos una fe que el dinero no pude comprar ni la muerte quitar, viva de acuerdo con las Sagradas Escrituras.
También transmitimos nuestra fe por medio de la perseverancia. Nuestros hijos necesitan ver que confiamos en Dios día tras día. La oración es familiar es esencial para desarrollar una fe sólida. Cuando yo era un niño, escuchaba orar a mi madre, y veía la respuesta del Señor.
Si ustedes no están orando como familia, empiecen hoy! Transmitimos nuestra fe participando en la vida de nuestros hijos. Ellos necesitan saber que compartimos sus sentimientos. Debemos participar de sus heridas y fracasos, y contarles nuestras historias de dolor y frustraciones. Hace poco leí una encuesta sobre estudiantes universitarios, ésta muestra que lo que más les disgustaba de sus padres, es su incapacidad de reconocer cuando se equivocan. Si queremos que ellos nos digan "lo siento" y no pidan erdón, debemos estar dispuestos a hacer lo mismo con ellos.
Igualmente, transmitimos nuestra fe cuando nos negamos a sacar a nuestros hijos de los líos en que se meten. Dios no soluciona los problemas que creamos hasta que arreglemos cuentas con Él y aprendamos la lección que nos tiene reservada. Más importante que estar bien con usted, es que sus hijos aprendan a confiar en Dios. Mi abuelo compartía sus principios para la vida, y éstos han dirigido mi vida; ¿Seguirá con vida su fe después de que usted haya partido? Sus hijos merecen una herencia de fe que perdure. Empiece a inculcarla hoy!
Charles F. Santely
Debemos de tener la humildad de reconcoer nuestros errores y equivocaciones y saber perdir perdón, y no dejar ir al hijo (a) o la persona afectada sin ver que nos han perdonado porque vean que realmente estamos arrepentidos y deseamos, anhelamos su perdón, y decirles: antes de venir contigo,hable con Dios y le pedi perdón, le rogue que tu me perdonarás. Cuando notemos que nuestros hijos están en dificultades o se encuentran tristez, o deprimidos debemos de tomarlos de sus manos y orar porque Dios cambie sus lamentos en baile y los llene de alegria y que los ayude a resolver cualquier conflicto, que les abra puertas, les hagan caminos, y ponga en orden sus pensamientos llevándolos cautivos a la obediencia de Cristo Jesús, abracemoslos, besemoslos y digamosle cuánto los amamos y cuán importante son para Dios y para nosotros. Porque no podemos andar predicando y enseñando lo que no vivimos en casa, la misericordia empieza en casa. Dios sea propicio a cada unod e ustedes
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