~~Reconciliación = La Sangre de Cristo~~
Sin la sangre de Cristo, nadie puede tener una relación con el Padre celestial. Porque Dios es santo, nuestro pecado bloquea cualquier posibilidad de relación con Él. Pero, por su amor, el Señor puso en marcha un proceso de reconciliación. La preciosa sangre de Jesús ofrece todo lo que necesitamos para acercarnos al Padre.
Redención. Redimir significa "rescatar". Jesucristo fue a la cruz con el propósito fundamental de rescatarnos de una vida de esclavitud al pecado. Tal vez usted se considera una persona muy buena, y que no es esclava del pecado. Pero no importa lo virtuosa que pueda parecer una persona, todo ser humano tiene una naturaleza pecadora (Ro 3.23).
Para hacernos libres había que pagar un precio. Pero ¿a quién? Jesús no lo pagó al diablo; pagó el precio que Dios exigía para satisfacer su justicia santa. Según Ezequiel 18.20, "el alma que pecare, esa morirá". El costo de nuestra redención fue la sangre preciosa del perfecto Hijo de Dios, y Él hizo este sacrificio en nuestro lugar. Por cuanto el Padre aceptó el pago que Cristo hizo, hemos sido libertados de la esclavitud del pecado, y recibido el poder del Espíritu Santo que nos permite vivir en la libertad de la obediencia al Padre.
Perdón. La mayoría de las personas tiene la idea de que el Señor las perdonará con sólo pedírselo. Lo que no entienden es que la base de su perdón no es su petición, sino el pago que Cristo hizo de su deuda. El Señor no puede perdonar el mal simplemente porque alguien se lo pida. Su santidad no le permite pasar por alto el pecado; tiene que ser castigado. Su justicia no le permite perdonar las transgresiones sin un pago.
Sólo por la muerte vicaria del perfecto Hijo de Dios, tiene el Padre una base legítima para poder perdonar a cualquiera que venga a Él con fe y arrepentimiento (Ef 1.7). No hay nada que podamos hacer para ganarnos su perdón. El perdón sólo se logra cuando la sangre de Cristo se aplica a nuestras vidas. Porque no podíamos pagar nuestra deuda de pecado, Jesús la pagó por nosotros. Sin su mediación, no tenemos ninguna esperanza de perdón.