LOS PASOS QUE LE CONDUCIRÁN A LA LIBERACIÓN   El proceso para recibir la liberación de esos poderes y espíritus inmundos que atormentan a sus víctimas es el siguiente: 1. Hay que reconocer su pecado delante de la presencia de Cristo,  y pedirle perdón con toda sinceridad, determinándose de nunca  volver a contaminarse con el oculto. El oculto es del poder del diablo, no de Dios.   2. Aceptar la obra de la expiación de Cristo en la cruz  del Calvario, eso es, que su sangre que fue vertida allí,  nos limpia de todo pecado. Esa obra justificadora de Dios  nos pone en comunión con Cristo como pecadores perdonados  y justificados por los méritos de Cristo.  Uno de los ingredientes de nuestra fe es: creer únicamente que la sangre de Cristo es el precio completo  que fue pagado, no se puede agregar más a esa obra,  porque es inútil delante de Dios, no vale . Ni sacrificios ni clase alguna tiene valor delante de Dios.   3. Su confesión en voz audible de que Cristo ya le ha perdonado,  haciendo la promesa de Cristo, una realidad  y una experiencia propia en su vida personal. Esto es: poniendo por obra lo que ha creído en su corazón.   4. Rechazar toda influencia de esos poderes Satánicos  que antes dominaban su vida, y dar gracias a Dios por su liberación. Es muy bueno testificar cada oportunidad que tenga delante de sus familiares y amigos  de su cambio de vida, y su traslado del reino de las tinieblas  a la gloriosa luz de Dios. Esto es muy esencial, para establecer  que usted ha cambiado del terreno del diablo,  al terreno de Dios. Por eso, usted tendrá que demostrar  con obras verdaderas, que es cierto que usted lo ha hecho. 5. Cada vez que siente que el diablo quiere engañar  con sus mentiras , entra en la oración y  pide la ayuda de Cristo, y que sea lleno del poder del Espíritu Santo,  porque entonces no habrá lugar en su corazón para esas cosas.  Este es un secreto de gran valor por tener éxito  en el crecimiento espiritual, y no caer en las trampas del diablo.    Equipo Guiados Por El Espiritu     COMPARTIENDO A CRISTO,   ARACELI