Donde se gana la batalla
Leer | Mateo 26.36-46
El huerto de Getsemaní en el monte de los Olivos, fue uno de los lugares preferidos del Señor para orar en su ministerio terrenal (Lc 22.39). Pero los creyentes lo recuerdan mejor como el sitio de una gran batalla espiritual.
La historia de Jesús implorando al Padre celestial es muy significativa para los cristianos, y la razón es la manera tan humana en que se ve el Señor. Del relato del evangelio podemos ver que Jesús, el Dios-hombre, experimentó temor, ansiedad y terror cuando oró. Es decir, reaccionó a su cercana prueba con sentimientos que podemos entender e identificarnos.
Satanás atormenta a los creyentes diciéndoles que no pueden ser como Jesús, porque Él es Dios. Pero Él era Dios en carne humana, lo que significa que experimentó el mundo como nosotros. Pero Él ganó cada batalla espiritual y de la vida que enfrentó. El secreto de su éxito fue lo que hizo en Getsemaní. Se aisló y oró hasta que su voluntad estuvo totalmente rendida al Padre. Ganó la batalla sobre sus rodillas.
Jesús salió del huerto como un prisionero, pero al mismo tiempo como un vencedor. Aceptó la voluntad de Dios para su vida, si bien pasó por el dolor de la prueba. Nuestro Salvador había sido llamado a morir, y sabía que las bendiciones y las consecuencias potenciales estaban todas en manos del Padre.
También los cristianos enfrentan pruebas terribles. Dios usa estas dificultades para conformarnos a la imagen de su Hijo (Ro 8.29). Si vamos a ser como Jesús, debemos aprender de sus acciones. Ante la dificultad, debemos buscar la voluntad de Dios, comprometernos a obedecerla, y dejar las consecuencias en sus manos todopoderosas.
CHARLES STANLEY