¿Hay vida
después de la muerte?
Una vez Jesús contó una historia de dos
hombres.
La particularidad de esta historia es que el
relato continúa más allá de la muerte de
ellos.
Esta pequeña biografía no termina en la
sepultación de sus protagonistas (como todas
las que conocemos).
¡Esta los sigue más allá de la tumba!
Lo que Jesús contó de ellos es aplicable a
todos los hombres.
Todos somos, o bien el uno, o bien el otro.
Ellos siguieron caminos diferentes;
ellos sufrieron diversa suerte después de
muertos.
Uno era un rico, el otro un mendigo.
Cuando el primero murió llegó a un lugar de
tormentos;
cuando el segundo murió fue llevado por los
ángeles al seno de Abraham.
Estando cada uno en su respectivo lugar, se
podían mirar a la distancia.
Ellos estaban corriendo distinta suerte,
pero se podían ver el uno al otro.
El rico pidió que el mendigo fuera enviado
para aliviar su tormento.
Pero Abraham le dijo que eso no era posible.
Un abismo separaba al uno de los otros.
Nadie podía salir de su lugar para ir al
otro.
El rico quería tan sólo que el mendigo
tocara con su dedo mojado la punta de su
lengua.
“¡Estoy atormentado en esta llama!” –
clamaba.
Sus voces aterraban el Hades.
Sus gemidos eran lacerantes.(Y no eran los
únicos que allí se oían).
Entonces, el rico, viendo que no podía ser
aliviado, pidió una segunda cosa.
Tal vez ésta podía concedérsele:
“Que alguien vaya a la casa de mi padre; que
testifique a mis hermanos.
Que no hagan lo que yo hice con mi vida.
Que no vengan a este tormento.”
¡Esta petición sí sería concedida!
Pero, ¿qué dijo Abraham?:
“Que oigan a los profetas. Si no los oyen,
tampoco oirán a un resucitado”.
¡Oh! ¿Era posible?
¡Inenarrable dolor! ¡Oh angustia!
¡La suerte estaba echada!
¡Dios la había sellado! ¿Quién la podía
cambiar?
¡Ni siquiera Abraham! ¡Tampoco otro hombre!
Ni santo, ni mártir, ni devoto. ¡Nadie!
¿Cree usted que esta historia es ficción?
¿Cree usted que Jesús mintió?
Él dijo
“El que guarda mi palabra, nunca sufrirá
muerte”.
“¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?
Pues si digo la verdad,
¿por qué vosotros no me creéis?” (Juan
8:46).
Pedro dijo de Él:
“El cual no hizo pecado, ni se halló engaño
en su boca”.
La historia de estos dos hombres puede ser
también la suya. ¡La de cualquier hombre!
El problema es que hay dos opciones, sólo
dos. ¿Cuál es la suya?
Jesús dijo:
“El que oye mi palabra, y cree al que me
envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación,
mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5:24)
Como usted puede ver ¡hay vida después de la
muerte!
Y es esta una vida consciente, tal como la
que usted disfruta (o sufre) hoy.
No es asunto pequeño.
Y usted puede deducir que aquella vida no es
breve como ésta.
Abraham había vivido 2000 años antes de
Cristo.
Y Cristo da testimonio que él estaba vivo
allí, y plenamente consciente. ¡2000 años
después!
Bueno, 2000 años es una nada, porque aquella
vida es eterna.
Abraham está apenas comenzando a disfrutar
la bienaventuranza con aquel mendigo allí.
Y usted, ¿dónde estará? ¿Con el rico o con
el mendigo?
¡Cuidado que no se trata de un rico aquí o
un mendigo aquí!
¡Se trata de un rico allí y un mendigo allí!
Crea en Jesucristo, el Hijo de Dios y estará
en el mejor lugar.
No sólo irá a estar con Abraham; ¡estará con
Jesús!
¡Eternamente!
Aguas vivas
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