La gracia transformadora de Dios
Romanos 8.28-30
Dios ha predestinado a cada creyente para ser hecho conforme a la imagen de su Hijo Jesucristo.
El proceso comienza en la salvación, y sigue hasta que nos unamos a él en el cielo. El apóstol
Pablo es un buen ejemplo del poder del Señor para transformar a un perverso en un portador de
la imagen del Señor Jesús.
Dios convirtió a un pecador en un santo. Pablo era muy religioso antes de su conversión, pero
confiaba en las buenas obras y en una naturaleza piadosa para lograr la aceptación divina.
Cuando se encontró con el Señor en el camino a Damasco, el futuro apóstol aprendió que su
celo religioso no significaba nada. La única manera de que una persona sea aceptable ante Dios,
es recibir la gracia salvadora de Cristo; él reemplaza nuestra naturaleza pecaminosa con una
disposición santa. Y aunque los santos fallarán y cometerán errores, nuestro Padre celestial
sigue siendo paciente y amoroso con sus hijos. él usa nuestros fracasos para enseñarnos más
acerca de sí mismo y de sus caminos.
Dios transformó a un siervo del pecado en un siervo del Señor (Ro 6.16). Pablo fue bienvenido en
el reino, a pesar de su hostilidad hacia la iglesia. Había promovido la blasfemia, castigado a los
creyentes, y dado su voto en contra de quienes eran llevados a la muerte (Hch 26.10, 11). La
lección aquí es que nadie puede pecar más allá de la capacidad del Señor para perdonar.
El Padre celestial moldea a sus hijos hasta hacerlos un reflejo de su Hijo. Convirtió a uno de los
enemigos de la iglesia primitiva en un líder obediente. Decídase usted a obedecer al Señor, y vea
lo que él hará en su vida. él es fiel para perfeccionar la buena obra que comenzó en usted (Fil 1.6).
Dr. charles F. Stanley