Jesús se identifica con nuestras necesidades
Hebreos 4.14-16
Olvidamos con frecuencia que durante su permanencia en la tierra, Jesús se identificó con nosotros,
no sólo satisfaciendo nuestras necesidades sino también experimentándolas personalmente. Aunque
Cristo era plenamente Dios, también fue ser humano, con todas las debilidades de una persona,
salvo del pecado.
Cuando Jesús terminó un ayuno de 40 días en el desierto, tuvo hambre física y fue tentado por
el diablo (Mt 4.1, 2). En otra oportunidad, después de un agotador día de sanidades, enseñanza y
alimentación de una multitud de más de 5.000 personas, el Hijo de Dios necesitó estar a solas con
su Padre para tener refrigerio espiritual (Mt 14.23). Y en el huerto de Getsemaní, Cristo estuvo
bajo una enorme presión espiritual y emocional, al enfrentar la terrible experiencia de tener que
pagar por los pecados de la humanidad con su muerte en la cruz (Mt 26.38, 39).
En cada debilidad, Jesús buscó a su Padre. La Palabra de Dios fue su defensa en la tentación; la
oración su fuente de fortaleza para el ministerio, y la sumisión a la voluntad del Padre su medio
para tener la victoria sobre el pecado y la muerte. Al pasar por cada situación difícil sin pecar, se
convirtió en nuestro Sumo Sacerdote que intercede por nosotros y nos invita a acercarnos al trono
de Dios para encontrar ayuda en tiempos de necesidad.
Sean cuales sean sus necesidades, usted puede seguir el ejemplo de Cristo y experimentar la
provisión del Padre. La Palabra de Dios es su protección, la oración su fortaleza, y la sumisión el
medio para vencer el pecado. Acérquese con confianza, y permita que el Señor le colme con
su gracia.