Jesús le dijo al Padre: "Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me
diste que hiciera". Jesús honró a Dios cumpliendo su propósito en esta tierra.
Nosotros lo honramos del mismo modo. Cuando algo en la creación cumple con su
propósito, eso le da gloria a Dios. Las aves dan gloria a Dios cuando vuelan, trinan,
hacen sus nidos y otras actividades propias de las aves según el designio divino.
Hasta la humilde hormiguita da gloria a Dios cuando cumple el propósito para el que
fue creada. Dios creó a las hormigas para que fueran hormigas, y te creó a tí para que
fueras tú.
Hay muchas maneras de dar gloria a Dios: pero se pueden resumir en los cinco
propósitos de Dios para nuestra vida.
Glorificamos a Dios cuando le adoramos.
La adoración es nuestra primera responsabilidad. Adoramos a Dios cuando disfrutamos de
su compañía. CS Lewis asertó: "Al ordenarnos glorificarlo, Dios nos invita a disfrutar de Él.
Él quiere que nuestra adoración brote del amor, de la gratitud y del gozo, no de la
obligación.
John Piper señala: Cuanto más satisfechos nos sentimos en Él, más glorificamos a Dios"
La adoración es más que alabanza, canto y oración a Dios. Es un estilo de vida que
implica gozar de Dios, amarlo y entregarle nuestra vida para que la use de acuerdo
a sus propósitos. Cuando usamos nuestra vida para la gloria de Dios, todo lo que
hacemos se convierte en un acto de adoración. La Biblia nos exhorta:
"Entréguense a Dios, como personas que han muerto y han vuelto a vivir, y
entrégenle su cuerpo como instrumento para hacer lo bueno.
Rick Warren
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