Confiesele a Dios sus sentimientos

En primer lugar, dígale a Dios lo que está sintiendo. Mientras siga negando que tiene
esos sentimientos, simplemente estará reprimiendolos, seguirán controlándole. Pero
si usted le confiesa su ira y su frustración al Señor, dará un paso muy importante para
apropiarse de la paz que Él desea que usted disfrute.

En Segundo  lugar, identifique la naturaleza y el origen de sus sentimientos.
¿De dónde proceden?  ¿qué sucedió en su vida que le hizo especialmente sensible a
cierta clase de presiones, injusticias o agravios?  Usted no podrá ser sanado si no
conoce la causa verdadera de sus heridas.

En tercer lugar, tome la decisión de enfrentar sus sentimientos de inmediato. Efesios
4.26 nos enseña:  "No se ponga el sol vuestro enojo". Cuando más tiempo retenga su
enojo, más grande será el daño que le haga a su corazón y a sus relaciones.  Llévelo
al Padre celestial lo más pronto posible.

En Cuarto lugar, no peque, Santigao 1.19 nos amonesta: Todo hombre sea pronto
para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.  cada vez que surjan circunstancias
que le causen ira y frustración, tómese un tiempo para buscar la dirección del
Señor en cuanto a cómo manejarlas de una manera agradable a Él. Por medio
de la lectura de la Biblia y de la oración, Dios aclará su situación y le enseñará
cómo manejar bien el problema.

En quinto lugar, utilice la energía que le producen sus sentimientos para
hacer  algo positivo, provechoso y edificante. Por ejemplo, si ve una injusticia
en su comunidad, busque la forma de ayudar a quienes están involucrados,
mostrándoles el amor de Cristo.
También puede canalizar hacia otras actividades el ámpetu que siente, tales como hacer ejercicio, limpiar la casa, y pasar tiempo con el Padre celestial. Todas estas actividades harán bien a su vida, y liberarán la energía acumulada dentro de usted.

En sexto lugar, cultive estrategias que le ayuden a responder correctamente
al enojo que siente.  Mientras usted viva en este mundo caído, habrán personas,
circunstancias y asuntos que le prooducirán frustración e indignación. Por tanto
sea capaz de identificar el momento cuando estos sentimientos empiezan a
adueñarse de usted, y decida por adelantado cómo reaccionará. Así mismo,
antes de enfrentar situaciones especialmente volátiles, prepárese con oración.

Por último, la agresividad es c ontagiosa; por tanto manténgase lejos de quienes
tienen mal genio o un espíritu quejunjbroso. Reconozca en los demás la
característica que le resultan a usted partoicularmente inquietante, y evite a esas
personas siempre que le sea posible. Quienes tienen una propensión a la ira,
a la larga afectarán la manera como ustred ve su propia situación.

La Biblia es clara: "El que provoca la ira causará contienda (Pr 30.33).
Ustted no podrá tenjer una vida feliz, sana, útil y abundante si alberga
resentimientos no resueltos. Pero Dios puede hacerle libre de la
esclavitude de la amargura y el enojo. Si permite que Él purifique su corazón y
le enseñe.
Siempre que la ira se enciende en usted, recuerde quje debe, de inmediato, confesar
al Padre celestial lo que está sintiendo, identificar el origen de su malestar, buscar la
dirección de Él para saber cómo manejar la situación, y enfrentar el problema de una
manera espiritual. Sin deuda alguna, se sentirá agradablemente sorprendido al ver
cómo Dios sana su corazón y transforma las circunstancias más frustrantes en
oportunidades de bendición.

Dr. Charles F. Stanley