Reflexión
Muchas son las veces
que nos encontramos sin respuestas
al por qué de tanto dolor.
Mientras unos tienen tanto. . .
otros tienen nada.
Y a veces los que tienen
se lamentan pensando
en lo que quisieran tener,
olvidando así apreciar y disfrutar
de lo que Dios les ha regalado.
El regalo más precioso
que Dios nos ha dado,
aparte de la salvación,
es la capacidad de poder amar.
Dios mismo es amor.
Y para amar no hacen falta dólares,
ni sabiduría, ni estudios,
ni posición social.
Para amar solo hacen falta dos cosas:
un corazón y una vida.
Le ruego a nuestro Padre Celestial
que no me permita morir
sin primero haber conocido
hasta donde se puede manifestar
su amor en mi ser.
Triste en verdad es morir
sin haber sido amado.
Pero aún más tristeza hay
en morir sin nunca haber amado.
Pastor Pablo Caballero
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