No siempre se trata del diablo
Una causa de enfermedad puede ser el pecado en nuestras vidas Ya sea que estemos conscientes de que existe pecado en nosotros y nos resistamos a los avisos del Espíritu Santo para que nos humillemos y nos arrepintamos, o que no estemos conscientes, y que Dios nos lo revele al realizar las preguntas de las que ya hemos hablado. Simplemente podemos decir:: "Señor, ¿Hay algún pecado sin resolver que está causandeo esta enfermedad? Si existe, verdaderamente deseo arrepentirme". Esta pregunta sincera y honesta le da libertade al Espíritu Santo para traer la revelación necesaria. Dios recompensa al que le busca diligentemente (véase Hebreos 11.6).
El siguiente pasaje de los Salmos nos aclara que Dios puede utilizar la enfermedad, ya sea espiritual, emocional, mental o física para llamar nuestra atención cuando necesitamos arrerpentirnos. Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de su maldad (Salmo 107.17). Al Señor le duele más disciplinarnos que lo que a nosotros nos duele la disciplina. Él es el Dios del eterno amor. Escuchemos qué siente: Antes si aflige, también se compadece según la multitude de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres (Lamentaciones 3:32-33) David dice: Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste (Salmo 119.75) Él da testimonio similar en el Salmo 32:1-2: Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Luego explica en los versículos 3-5: Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agraqvó sob e mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedad de verano. Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Resulta evidente que el pecado era la causa de su sufrimiento y que el juicio de Dios se había manifestado en el cuerpo de David. Pero cuando se arrepintió de su pecado, Dios lo perdonó misericordiosamente. En Números 11.4-33 leemos cuando los hijos de Israel murmuraron porque no tenían carne, y Dios se las dio; pero les castigo por aquella murmurción. En el versículo 33 leemos: Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande. Pablo reprende fuertemente a los Corintios por su comportamiento cuando celebraban la Cena del Señor. El motivo de esta reprimenda era la desunión, el egoísmo y el exceso de bebida, además de no estar conscientes de lo que implicaba participar de este servicio. Pablo dice claramente que el juicio de Dios se había manifestado en sus cuerpos. Muchos estaben débiles, enfermos y algunos habían muerto (1 Corintios 11:17-34) Alabado sea Dios que su misericordia siempre se extiende al corazón verdaderamente arrepentido. He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso. Porque Él es quien hace la llaga, y Él vendará; Él hiere, y Sus manos curan. (Job 5:17-18)
Joy Dawson
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