CONCLUSIÓN
Permite al Señor tocar tu corazón y mostrarte qué puedes hacer para cambiar tu mundo. Recuerda que las cosa grandes e importantes al principio son pequeñas, como una semilla, y crecen.
Sé una mujer que busca oportunidades, y no tanto comodidades. Sé una voz para la decencia en un mundo lleno de perversión, y una voz para la justicia en una sociedad llena de injusticia.
La mujer por excelencia conoce personalmente a su Dios, es una mujer que se acepta a sí misma, es una mujer que conoce de Dios, es una mujer de oración, es una mujer que ama, es una mujer que perdona y una mujer que sirve.
¡Tú puedes ser esa mujer!