De la misma manera, podemos interceder por los santos, recordando lo que Pablo nos enseña: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a tener dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros.” (Gál. 4:19). Es decir, que él tuvo dolores de parto por ellos en oración hasta que crecieron como cristianos fuertes. Qué diferente sería el resultado de tantas vidas, que habiendo conocido a Cristo, terminan en la desdicha y el abandono de su fe si en la iglesia hubiese grupos fuertes de oración que estén intercediendo por los nuevos creyentes. Esta es la mejor manera para que los bebés espirituales crezcan y se conviertan en discípulos fuertes.

La oración es un arma sobrenatural muy poderosa. Generalmente pensamos que con buenos estudios bíblicos haremos buenos discípulos, y que “Cristo será formado en ellos.” En parte es verdad, pero esto es sólo un aspecto. El otro es que se necesita el poder sobrenatural de la oración. Es lo que hará el cambio en el carácter de las personas. Pablo comenzó muchas iglesias, pero si los creyentes crecían espiritualmente era porque él, aparte de enseñarles todo el consejo de Dios (Hchs 20:27), los presentaba en oración con la misma intensidad del principio, sufriendo dolores de parto espiritual hasta que Cristo fuese formado en ellos (Gál. 4:19). ¡Cuanto ganaríamos en eficiencia si aplicáramos este modelo!