Smith
Wigglesworth
Un hombre de Dios movido por el Espíritu
Smith Wigglesworth:
"Apóstol de fe"
Resucitar a los muertos fue sólo una de las increíbles
facetas del ministerio de Smith Wigglesworth. Para él la
simple obediencia a lo que uno creía no era una
característica extraordinaria; era simplemente el fruto
de la fe. Se dice que su propia fe era inquebrantable y
algunas veces implacable. Pero también se dice que
poseía una unción especial para la enseñanza y un claro
sentido de la compasión, que tenían por fruto
incontables salvaciones y milagros en su ministerio,
todos los días. Por Roberts Liardon
Smith nació el 8 de junio de 1859 en un pequeño pueblo
de Inglaterra. Aunque sus padres no eran cristianos, no
hubo nunca un tiempo en que el joven Smith no buscara a
Dios. No le enseñaron a orar en su hogar, pero siempre
estaba en esa búsqueda por su cuenta. Su abuela era una
antigua wesleyana que creía en el poder de Dios y
siempre hacía que Smith la acompañara a las reuniones.
Cuando Smith cumplió ocho años, quiso cantar él también
en la iglesia. Al comenzar a cantar, "un claro
conocimiento del nuevo nacimiento" vino a él, y
comprendió lo que Jesucristo había hecho por él por
medio de su muerte y resurrección. El joven Wigglesworth
se convirtió inmediatamente en un pescador de almas. La
primera persona que ganó para Cristo fue su propia
madre.
¡Hay algo diferente en ti!
Desde los trece años Smith participó activamente en la
Iglesia Metodista Wesleyana. Su vida espiritual cobró
nuevo significado, y comenzó a anhelar el Espíritu de
Dios. Tiempo después, los metodistas planeaban una
reunión especial de predicación, y siete jovencitos
fueron invitados a participar, incluso Smith. Con tres
semanas para prepararse, el joven "vivía en oración".
Cuando llegó el día, tomó la plataforma para predicar
durante quince minutos, y al terminar, no recordaba ni
una palabra de lo que había dicho. Lo único que
recordaba era el increíble ardor que lo cubría, y los
gritos de aliento de la gente. En 1875, se unió al
Ejército de Salvación para compartir su amor por los
perdidos. Creía que el Señor lo ayudaría en todo, y
comenzó su ministerio. En 1877 fue a casa de un plomero
para pedirle trabajo. El hombre le dijo que no
necesitaba ayudantes, así que Smith le agradeció, se
disculpó por haber usado su tiempo, y se volvió para
irse. Pero repentinamente el hombre lo llamó y le dijo:
"Hay algo en ti que es diferente. Creo que no puedo
dejar que te vayas". Y lo contrató. Smith hacía un
trabajo tan excelente que decidió mudarse a Liverpool,
con su experiencia en plomería. Con el poder de Dios que
descansaba firmemente sobre él, comenzó a ministrar a
los niños de la ciudad y a predicarles el evangelio,
movido por su deseo de ayudarlos.
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