La Impotancia de la Intimidad con Dios
Primero, la intimidad con Dios le da estabilidad a su vida. Su relación con Dios es como un
ancla que le mantiene firme, a pesar de las circunstancias, porque Él nunca cambia. Aunque
algunas personas y situaciones a su alrededor puedan variar, Él sigue siendo el Soberano
Señor que nunca le dejará ni abandonará.
Segundo, cuando usted crece en su relación con el Salvador, se da cuenta de lo verdaderamente
seguro que está en Él. Él le enseña lo profundo que es su amor por usted, en la condición en
que esté, no porque sea perfecto, sino porque su naturaleza es amar así. Como nos enseña
1 Juan 4.10: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que
él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. Nuestra tarea no
es tener éxito; eso depende de Él. Es, por el contrario, confiar en su amor, y responder a su
llamado con fe y obediencia.
Tercero, la intimidad con Dios es la clave para tener serenidad. Aun en tiempos de dificultades,
usted siente paz porque tiene la confianza de que su situación está en las diestras manos de Dios.
Por eso, cada vez que usted enfrente un problema, puede tener la seguridad de que Él le enseñará
a confiar en su carácter y provisión, que son seguros, de una manera cada vez más profunda y
significativa.
Cuarto, usted desarrolla sensibilidad hacia los demás, al ser capaz de comprender las luchas
que ellos experimentan. Gracias al Espíritu Santo que mora en su interior, usted se vuelve más
receptivo a las necesidades y sentimientos de otras personas. Esto le permite ser más efectivo
cuando se relaciona y sirve a los demás.
Finalmente, pasar tiempo a diario con el Padre celestial, escuchándole en oración y meditando
en las Sagradas Escrituras, hará mayor su discernimiento espiritual. Comenzará a entender la
Palabra de Dios más profundamente que antes, y Él le enseñará a ver su vida desde la
perspectiva divina. Es maravilloso ver cuanto más capaces somos de entender el mundo que nos
rodea, cuando crecemos en el conocimiento de los caminos de Dios.
Abrirse para tener una relación íntima con el Padre celestial puede parecer intimidante, pero
puedo asegurarle que nada en el mundo es más importante o maravilloso que conocerle a Él y
experimentar su amor. En efecto, descubrirá que al dedicarse más al Señor, también crecerá su
deseo de estar en su presencia. Tenga confianza en el fiel cuidado del Señor, y permita que Él
derrame su amor incondicional en su corazón, porque esto es, en verdad, la vida al máximo.
Que el Señor le bendiga por su interés de buscar conocerle mejor, hoy y cada día de su vida.
Fraternalmente
Charles F. Stanley
En Su amor y mi amor,