
Redención perfecta
Romanos 3.23-24
Todos pecamos contra Dios. Cuando el hombre fue creado en el huerto del Edén,
tuvo la opción de obedecer o desobedecer al Señor. En ese tiempo había sólo una cosa
no permitida, pero Adán y Eva decidieron comer la fruta prohibida (Gn 3.3-6).
Desde entonces, toda la raza humana ha sido contaminada por el pecado. Las malas
decisiones que tomamos diariamente son un síntoma de un problema más grande: nuestra
naturaleza pecaminosa. Pero Dios es tan puro y santo que el pecado no puede estar en su presencia.
La Biblia afirma que el castigo por el pecado es la muerte eterna, y no hay nada que
podamos hacer para resolver el problema. En otras palabras, cada uno de nosotros
necesita desesperadamente ser redimido.
Por eso Dios envió a su Hijo unigénito como la solución a nuestro problema. Plenamente
hombre y plenamente Dios, Jesús vivió una vida perfecta, y después la dio por amor a
nosotros. él merecía la gloria, pero prefirió tomar sobre sí mismo nuestro pecado,
soportando un dolor atroz y la separación de su Padre. ¿Por qué razón quiso someterse a
semejante tortura? Cristo tomó nuestro lugar y nuestro castigo, y aceptó morir en la cruz
como un criminal para salvarnos. Pero tres días después resucitó a la vida, venciendo
el pecado y la muerte.
Por el amor que nos tiene, Jesús venció nuestro destino horrible, y nos ofrece en cambio
vida eterna. Este regalo está disponible para usted. Simplemente, crea que Cristo es el
Señor, que murió en la cruz por sus pecados, y que resucitó de la tumba. No espere
más para aceptar esta gran salvación; tome hoy la decisión de seguirle.
Dr. charles F. Stanley