La esencia de la cruz 1 Corintios 1.18-31
Piense en lo ilógico que debió haber parecido la crucifixión de Jesús a los observadores del primer siglo. Los romanos, interesados por el poder, probablemente se preguntaron cómo podía un Dios poderoso permitir que sus enemigos lo asesinaran. Para los griegos, que valoraban la sabiduría y las ideas, debió haber habido un camino mejor que la cruz. Y los judíos, que ansiaban vencer a sus opresores, probablemente se sintieron desconcertados al ver a Jesús dejar humildemente que lo mataran tan atrozmente. Sin embargo, lo que pareció una insensatez fue, en verdad, un plan admirable. Por medio de la cruz, el Señor reveló admirablemente su carácter.
Primero, vemos su amor incondicional al morir por los que pecamos contra él (Jn 3.16). Segundo, su justificación es evidente; sólo el sacrificio perfecto de su propia sangre podía satisfacer el castigo por el pecado. Tercero, muestra su fidelidad al redimirnos a un costo tan grande. Y cuarto, Jesús demostró su poder al vencer el pecado y la muerte.
Además de todo esto, la cruz desenmascaró y desarmó a Satanás (Col 2.15), que ya no tiene autoridad sobre los cristianos. Aunque puede tentar y molestar a los seguidores de Cristo, el Espíritu Santo está allí para fortalecer y guiar a los creyentes.
Un último beneficio del admirable plan de Dios, es que contamos con la seguridad eterna por el precio que Jesús pagó. Eso nos da esperanza y confianza en cuanto a nuestro futuro.
Aunque la cruz parece absurda a quienes no la entienden, los hijos de Dios sabemos que ella fue el plan del Padre celestial. Tenemos seguridad para el presente y el futuro, por eso no debemos sentir temor, sino esperanza.
Dr. Charles F. Stanely
Amado Padre celestial, te damos infinitas gracias por amarnos tanto por tener tanta misericordia por nosostros los pecadores, por haber enviado a tu Amado Hijo a morir a esa Cruz, lugar que a nosotros nos correspondía, pero Él en su inmenso amor hacia Ti y hacia nosotros te obedeció y dio su vida por nosotros, clavando en esa cuenca cruz toda maldición, de pobreza, enfermedad, dolencia y todo lo cambiste para bien para nosotros que no mereciamos ser perdonados, gracias amado Jesús; porque nos hiciste libres, libres para amarte, adorarte, exaltarte, coronarte de gloria y honra y te servirmos con inmenso amor y pasión y anhelamos llegar sirviendote hasta el día que Tu vengas por nosotros. En tus manos estamos, ayudanos Espiritu Santo a vivir de tal manera que agrademos todos los días de nuestra vida a nuestro amado Jesus y al Padre, dando buen testimonio para que muchos se acerquen a Él y le conozcan y puedan ser libres y consagrarse a Él. Amén y amén
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