Leer | MATEO 28.19, 20
Marzo 3, 2011
Cuando un maestro manda una tarea, los buenos estudiantes la toman en serio. Hacen lo pedido, dan su mejor esfuerzo, y terminan el trabajo a tiempo.
Antes de ascender al cielo, Cristo nos dio un mandamiento —una tarea, en realidad—, pero a muchos cristianos les entusiasma poco realizarla. Cristo dijo a sus seguidores que llevaran las buenas nuevas de salvación, e hicieran discípulos en todas las naciones. Algunos creyentes se dedican de veras a esta tarea, pero muchos están demasiado ocupados o son demasiado tímidos para dedicar sus vidas de esta manera.
Si queremos imitar a Jesucristo (Jn 13.15), nuestras acciones y palabras deben tocar a las personas como Él lo hizo. Aquellos alcanzados por el amor del Salvador fueron cambiados para siempre. Como sus seguidores, tenemos al Espíritu Santo morando en nosotros; ¡significa que tenemos acceso al mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos (Ro 8.11)! Al compartir el evangelio, dar aliento, y ofrecer consuelo, nosotros podemos también impactar las vidas de otros. Cristo ordenó llevar las buenas nuevas a todas las naciones. Por supuesto, no todos pueden ir a otro país. Algunos creyentes escucharán el llamado de Dios e irán. Otros se quedarán, pero siguen siendo llamados a tocar a quienes les rodean. También pueden ayudar económicamente o con sus oraciones a las misiones en el extranjero, en sus esfuerzos por expandir el reino de Dios.
Nuestro Señor habló en serio cuando dijo a sus seguidores que llevaran el evangelio. Piense en cómo gasta usted su tiempo y su dinero. ¿Indica esto obediencia a la tarea más importante que ha recibido? ¿Qué cambios debe hacer para dar prioridad a la orden del Señor?
Charles Stanley