Pactando con Dios para la prosperidad
Base Bíblica: Deuteronomio 29:9-29; 30:1-3
Introducción:
Delante de dios una promesa tiene mucho valor. Él cumple lo que promete. Es algo que debemos tener claro en nuestro corazón. Sin embargo las Escrituras nos enseñan que las bendiciones que se derivan del cumplimiento de las promesas divinas están condicionadas a nuestra fidelidad. No podemos pretender que obrando a nuestra manera, desconociendo al Señor, haya prosperidad en todo cuanto hacemos. Es evidente que nuestro Padre celestial se compromete con nosotros pero espera que usted y yo nos comprometamos con Él.
I. El fundamento de la prosperidad está en la fidelidad a Dios (vv. 9-15).
1. Fidelidad a lo que Dios enseña en las Escrituras (v. 9 a).
2. Fidelidad a poner por obra principios y preceptos bíblicos (v. 9 b).
2.1. Dios quiere pactar con Su pueblo.
2.2. Dios quiere bendecir a Su pueblo.
3. La consecuencia de la fidelidad a Dios es la prosperidad 8v. 9 c).
3.1. Prosperidad en la vida personal.
3.2. Prosperidad en la vida espiritual.
4. Dios espera que nos comprometamos con Él (v. 12).
4.1. Pactamos fidelidad a dios (v. 13).
4.2. Pactamos dependencia de Dios.
II. La infidelidad a Dios nos roba las bendiciones (vv. 16-21).
1. No podemos contagiarnos de los principios y contravalores que priman en el mundo (vv. 16, 17).
1.1. Un mundo sin Dios y sin ley (v. 16).
1.2. Un mundo donde prevalece el ocultismo (v. 17).
1.3. Un mundo que confía en todo lo sobrenatural, excluyendo a Dios (v. 17).
2. Apartarnos de Dios acarrea maldición (vv. 18, 19).
2.1. Si lo permitimos, el mundo nos contamina (v. 18).
2.2. Si lo permitimos, el mundo torna insensible nuestro corazón (v. 19).
3. Abrirnos al mundo nos separa de Dios y acarrea juicio divino (v. 20).
3.1. Atraemos la ira de Dios (v. 20 a).
3.2. Acarreamos maldición en todo lo que hagamos (v. 20 b).
3.3. Acarreamos distanciamiento de Dios (v. 20 c, 23).
III. Es hora de evaluar dónde estamos y volvernos a Dios (30.1-3).
1. Examinemos si hay ruina o prosperidad (vv. 22, 23).
1.1. El cómo estamos ahora, determina si estamos bien en nuestra relación con Dios (v. 24).
1.2. La ruina, enfermedad y desasosiego no vienen solas; tienen su origen (vv. 25-27).
2. Es necesario volvernos a Dios desde el desierto en el que nos encontremos (vv.28, 29).
3. Si nos volvemos a Dios, Él nos prosperará (30:1-3).
3.1. Es necesario un arrepentimiento sincero (v. 1).
3.2. Es necesaria la conversión (v. 2 a).
3.3. Es necesaria la obediencia (v. 2 b).
3.4. Dios tendrá misericordia de nosotros (v. 3).
Conclusión:
La infidelidad a Dios nos roba las bendiciones. Si lo excluimos a Él de nuestra existencia no podemos esperar prosperidad. La ecuación es fácil: fidelidad al Señor está asociada con bendiciones porque así lo ha prometido en Su Palabra: La Biblia. Es hora de evaluar cómo estamos con el Señor respecto a la fidelidad. Si descubrimos que estamos apartados de Él, es tiempo de convertirnos, en procura de experimentar las bendiciones que provienen de lo alto, de Su Divina Providencia.
Ps. Fernando Alexis Jiménez –