Si no estamos escuchando la voz del Señor, el envía a menudo un mensaje a través de otra persona. Por ejemplo, en 1 Samuel 3.1-10, el joven Samuel está confundido por lo que está pasando. Oye hablar a una persona, pero no la reconoce como la voz de Dios. Sin embargo, su mentor, el sacerdote Elí, discierne que es Dios quien está hablando, y le dice al muchacho qué debe hacer cuando el Señor vuelva a hablarle (v. 9). Al tomar su consejo, Samuel comienza la carrera que tuvo durante toda su vida de transmitir a otros lo que decía la voz de Dios. Pero esto no habría sucedido si Elí no hubiera dado a su joven ayudante una palabra de instrucción.
Yo tuve una experiencia parecida hace varios años. Un amigo me llamó de repente, y me dijo: “Mientras estaba orando, Dios me dijo que debes pasar el día de mañana en ayuno y oración antes de tomar una decisión”. Esto me impactó de una manera poderosa; yo estaba en verdad intentando tomar una decisión, pero de ninguna manera mi amigo pudo haber sabido eso. Hice lo que me aconsejó, y a través del proceso Dios me dio la respuesta que necesitaba. De hecho, descubrí que me había estado moviendo en la dirección equivocada, y que habría cometido un error terrible si mi amigo no me hubiera llamado. Pero Dios intervino y captó mi atención de una manera impresionante.
Cuando perdemos el rumbo, el Señor nos hablará a veces a través de otros creyentes para captar nuestra atención. Por tanto, es vital mantener una red íntima de hombres y mujeres piadosos en quienes podamos confiar.
Dé gracias al Señor por las personas centradas en Cristo que hay en su vida, y pídale sabiduría para discernir su consejo.
Dr. charles F. Stanley