Al acercarnos al décimo aniversario del peor ataque terrorista en la historia de los Estados Unidos, y alpensar en las heridas que nos quedan de ese fatídico día, es normal que nos llenemos de sentimientos tristes.Todavía recuerdo lo que sentí cuando fui a la Zona Cero poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Parado en ese lugar, en medio de la masa de acero retorcido, mirando a héroes que trabajaban 16 horas diarias sin descansar, algo sucedió en lo más profundo de mí que nunca he podido olvidar.
Lo que sentí ese día es lo que muchos de nosotros hemos sentido al enfrentarnos al dolor y a la destrucción que una persona o un grupo de individuos pueden causar. Nuestras almas tienen que tomar una decisión: podemos escoger ser víctimas, alimentando ira y resentimiento; o podemos lograr la victoria, acudiendo a Dios y permitiendo que Él nos enseñe en medio del dolor.
La verdad es que todos experimentamos heridas que taladran profundamente nuestro ser. Los actos terroristas del 2001 nos afectaron a todos como nación, pero hay muchas otras heridas que individualmente sobrellevamos, y que también tienen terribles efectos. Algunas veces, podemos compartir esas cargas con otros. Pero, otras veces, tenemos que luchar solos con heridas muy profundas.
Experimentamos injusticias a manos de otros, que nos causan un sufrimiento muy grande. El dolor nos atormenta, y nos preguntamos: ¿Por qué, Dios? ¿Por qué permitiste que sucedieran estas cosas? ¿Queda alguna esperanza?
¿Está usted experimentando esta clase de dolor? ¿Se le está viniendo abajo su mundo por el daño que le está causando otra persona? ¿Ha perdido a alguien o algo que es muy valioso para usted? Si es así, quiero recordarle que Dios sigue estando en su trono, y además le ama incondicionalmente.
¿Es Dios el responsable de esto terrible que le sucedió a usted? No. Pero si Él lo ha permitido, puede tener la absoluta seguridad que si usted responde de la manera correcta, con perdón y fe, verá la mano del Padre actuando en medio de la prueba de una manera positiva que no habría podido experimentar de otra forma (Ro 8.28).
Recuerde que, como hijos del Dios soberano, jamás somos víctimas de las circunstancias. Podemos tener la victoria, a pesar del daño que nos hagan. Los problemas que enfrentamos usted y yo pueden llevarnos a tener una mayor intimidad con Dios, si le buscamos y confiamos en Él.
Dr. Charles F. Stanley
Amados hermanos, ningún problema será mayor que nuestro Padre celestial, no te enfoques en las circunstancias, enfocate en el Autor y consumador de la fe porque para Él no hay nada difícil y nada imposible, Él es el Hacedor de milagros, señales y prodigios, y bienaventurado el hombre que confía en Él, Nada se sale de su control porque Él es Soberano. Él tiene el control en todas las tormentas de tu vida y de todas tye sacara a una victoria total. Su misericordia y Su fidelidad es para siempre. Dios te bendiga,
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas