La Iglesia, un atalaya
«Entonces, mientras hablaba con ellos, he aquí aquel paladín que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió del ejército de los filisteos y repitió las mismas palabras, las cuales oyó David. Todos los hombres de Israel, al ver a aquel hombre, huían de su presencia y tenían mucho miedo» (1 Samuel 17, 23-24).
Esta historia habla de un gigante que tenía tan atemorizados a los escuadrones del pueblo de Dios, que, ni aun unidos, se atrevían a pelear contra él.
Cada vez que leo este pasaje veo retratada a la Iglesia de Guatemala. Por un lado, los evangélicos, representantes de los escuadrones de Dios, y por el otro, el gigante, el Gobierno, la violencia, la corrupción y el narcotráfico… Lo cierto es que este gigante impera sobre la nación y siembra miedo en todos los ciudadanos, y ninguna Iglesia quiere arriesgarse, erguirse y hablar, a pesar de saber quiénes son los responsables. Prefieren atrincherarse en sus templos para no ser molestados. Y lo peor de esta situación es que la misma Iglesia fue la que le abrió las puertas al gigante para que pudiera entrar y dominar el país.
Dios dejó mandatos en la Biblia para que la Iglesia los cumpliera; por ejemplo: «Vosotros sois la sal de la tierra: y si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?, no vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres.
»Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
»Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa» (Mateo 5, 13-15).
La Iglesia es la única que puede levantarse, alumbrar con las verdades de Dios y, con la autoridad que le ha sido otorgada, cumplir con el mandato de la gran comisión, porque Jesús se acercó a ella y le dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos en todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 18-20).
El extender el reino de Dios implica dos cosas: la obra redentora, que es la comisión de evangelización, y la obra creadora, que es la comisión de la creación o mandato cultural. En otras palabras, Dios no ha llamado solamente a la Iglesia a estar bajo el señorío de Cristo, sino a que les enseñe a las naciones a estar bajo el señorío de Cristo. La Gran Comisión tiene en perspectiva la restauración de todas las cosas, incluso la sociedad y el Gobierno (Colosenses 1, 15-20).
El Señor dijo también: «Sobre tus muros, oh Jerusalem, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no ceséis, ni le deis tregua, hasta que confirme, y hasta que ponga a Jerusalem en alabanza en la tierra» (Isaías. 62, 6-7).
Dios llamó a la Iglesia a ser atalaya de las naciones y a advertirles de los peligros que nos afectan como sociedad, pero hoy día veo una Iglesia que pareciera estar sorda y muda, que no se da cuenta de las amenazas que nuestra nación está sufriendo. Siempre hay excepciones, por supuesto, hay quienes lo comprenden, pero es triste ver la división en el seno de la Iglesia.
Haré un breve resumen de lo que Guatemala está viviendo:
1. Corrupción en todos los niveles.
2. Carencia de hospitales, que han colapsado, y de medicamentos, porque le han reducido el rubro al Ministerio de Salud Pública.
3. Deterioro de las escuelas, porque el Ministerio de Educación no tiene los suficientes recursos para costear maestros. Este es otro ministerio que ha sufrido la disminución de su presupuesto.
4. Alta tasa de desnutrición en aldeas y municipios.
5. Pobreza extrema.
6. Violencia, que deja 18 muertos diarios, es decir, un poco más de 500 por mes y casi 6500 por año.
7. Inminencia de derrumbe político. Los funcionarios usan los fondos para su propio beneficio. Solamente un ejemplo entre muchos: la situación de la carretera de Huehuetenango a Santa Cruz Barillas. Tres veces le han proporcionado al Gobierno el dinero para la reparación de dicha carretera y no ha hecho nada. Como este hay miles de casos.
8. El periódico El País de España ha declarado que Guatemala será considerada narco-Estado.
Mientras, la Iglesia que se llama luz está escondida sin sacar la cabeza, sin hacerse responsable por lo que está pasando fuera de sus muros. Cada pastor sabe perfectamente a qué lo ha llamado Dios. A veces está de más seguir escribiendo de estos temas, pero pareciera que la ceguera ha caído sobre muchos de ellos, que no los deja vislumbrar el peligro. Atalayas son los hombres que avizoran el mal y corren y lo enfrentan, defendiendo su territorio. Guatemala es territorio de cada guatemalteco. La Biblia dice que el mal caerá sobre los que vieron que el atalaya no cumple su trabajo y no hicieron nada.
La Iglesia debe ser atalaya de su nación por medio de cada pastor, que tiene que enseñar a sus fieles cómo deben votar correctamente, de tal manera que no se salgan de los principios morales y éticos.
La Palabra ha dejado escritas directrices: «Buscar a hombres sabios, con entendimiento y conocimiento, para que sean los que gobiernen» (Deuteronomio 1, 13-15). «Los que gobiernan deben ser conocedores de la ley más alta de Dios, pero también deben ser hombres capaces, temerosos de Dios, hombres de verdad, que odien la codicia» (Éxodo 18, 21). Cada pastor debe enseñar estos lineamientos a su Iglesia.
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