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De: Perla (Mensaje original) |
Enviado: 03/11/2011 23:48 |
Amados hermanos (a):
¿Se ha dado usted cuenta de la maravillosa bendición que son las limitaciones? La vida nos presenta toda clase de pruebas y problemas cuya solución está fuera de nuestro alcance. Nos sentimos abrumados por nuestras dificultades y pensamos: Este problema es más grande que yo, no sé que hacer, necesito ayuda. Es entonces, y a veces solamente entonces, que nos volvemos a nuestro tierno Padre Celestial en oración.
Los obstáculos y las pruebas nos ponen de rodillas delante del Altísimo. Y, por lo general, cuando más limitados, confundidos y vencidos nos sentimos, es que estamos más motivados para orar. Por supuesto, puede ser que usted piense, ¿Cómo puede ser que orar en esas circunstancias sea una bendición? ¿Qué de bueno puede tener el sentirme tan limitado frente a los problemas que enfrento? Es una bendición, porque cuando usted se humilla, reconociendo que necesita la ayuda del Padre celestial, está en definitiva en la actitud necesaria para recibir poder, sabiduría y fuerzas suficientes que le permitirán vencer esas dificultades. Usted podrá experimentar el maravilloso auxilio de Dios y la victoria que Él tiene para usted, porque está preparado para obedecer todo lo que el Señor ordena.
El principio aquí es éste: Usted y yo somos más altos y más fuertes de rodillas. Es decir, cuando estamos abrumados por los problemas, hay un solo modo de actuar que sabemos que es absolutamente correcto: orar. Vemos este principio en toda la Biblia, y especialmente en la vida de Nehemías.
Habían pasado casi 140 años desde que los babilonios destruyeron Jerusalén; derribaron sus muros, echaron abajo el templo, y llevaron al pueblo de Judá al cautiverio (2 R 25). Aunque los persas habían derrotado a los babilonios y permitido que los judíos regresaran a Jerusalén (Esd 1), Nehemías, un varón de Dios y copero del rey Artajerjes de Persia, recibió noticias de que las cosas no estaban bien en la ciudad.
Nehemías 1.2-4 dice: "Vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían escapado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos".
Este varón de Dios estaba acongojado. Aunque habían transcurrido varias décadas desde que los judíos habían regresado a Jerusalén, no habían logrado reconstruir sus muros. La situación era terrible. ¿Cómo iba el pueblo de Dios a restablecerse en la tierra de su heredad, si no podían siquiera fortificar su ciudad principal? Nehemías entendió que la situación necesitaba cambiar inmediatamente
Dr. Charles F. Stanley
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De: Perla |
Enviado: 04/11/2011 00:05 |
Pero, ¿que podía hacer un solo hombre? ¿Cómo podía una sola persona reconstruir una ciudad tan importante? Si alguien tenía razón para estar acongojado, ése era Nehemías. Pero en vez de desanimarse, el varón de Dios oró a Dios. Se dio cuenta de que si iba a tener éxito, sería a la manera y en el tiempo de Dios. Y Nehemías estaba dispuesto a responder al llamado de Dios, sin importar lo que se le exigiera.
Las Sagradas Escrituras dan fe de que el Padre celestial hizo una obra maravillosa en la vida de Nehemías. No solo el rey Artajerjes fue increíblemente benigno con él, sino que también lo protegió de los enemigos que habían impedido antes la reconstrucción de Jerusalén. Los muros que habían estado en ruinas por más de 140 años, fueron reconstruidos en solo 52 días bajo el liderazgo de Nehemías (Neh 6.15, 16).
Solamente Dios pudo darle el poder a Nehemías para hacer eso. Pero lo que quiero que usted entienda hoy, es que el mismo Dios que ayudó a Nehemías, es el Dios que estará con usted en todo lo que enfrente. Simplemente necesita acudir humildemente al Señor, con confianza, y orando con fe.
Tal vez usted se pregunte: ¿Cómo puedo orar con ese poder? ¿Qué se necesita para orar así? He aquí algunas cosas que debe recordar:
• Primero, reconozca que Dios es soberano. Él tiene todos los recursos a su disposición para ayudarle, y puede equiparle para que tenga éxito, no importa los retos que usted esté enfrentando.
• Segundo, reconozca que Dios es santo. Él merece su adoración y obediencia. Cualquier cosa que Él le pida que haga, merece su tiempo y su sacrificio.
• Tercero, asegúrese de mantener su corazón limpio, confesando sus pecados. Dios actúa poderosamente en las vidas de quienes son puros y fieles.
• Cuarto, reconozca que usted no es competente para llevar a cabo la tarea que tiene por delante, y acepte que el Padre celestial puede y quiere ayudarle. Esto hará que se mantenga confiado en el poder del Espíritu Santo, y evitará que el orgullo destructivo se arraigue en su vida.
• Quinto, esté disponible para cualquier cosa que el Señor le pida que haga. Es posible que no entienda las instrucciones que Él le dé, e incluso tenga miedo a las consecuencias por obedecerle, pero hágalo de todos modos. Dios sabe exactamente qué debe usted hacer para tener éxito, y Él no le fallará. Usted estará siempre a salvo si se mantiene en el centro de la voluntad y el plan del Señor.
¿Está usted enfrentando un problema que es mucho más grande que su capacidad para manejarlo? ¿Está confundido y no sabe qué hacer o a dónde acudir? Esta es una excelente oportunidad para que vea que lo alto y fuerte que es usted estando de rodillas. Por tanto, humíllese delante de Dios y reconózcale como su Soberano Señor. Tal como lo hizo con Nehemías, Él le ayudará a triunfar sobre cualquier obstáculo que enfrente, y se le revelará de una manera maravillosa.
Fraternalmente en Cristo,
Charles F. Stanley
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