En esta època del año, todo el mundo es enrolado por el comercio, pues me imagino
que hace un centenar de años, no era ese el propòsito de las fiestas navideñas, sino
por el contrario pasar un rato en familia, compartir con los demàs, y sentir ese olor
a pino y a manzanilla, hoy en dìa se ha perdido ese olor, se ha perdido quiza el valor
que una vez tuvo la navidad, cierto es que un dìa de de hacersele fiesta a aquel que
vino a nacer de un lugarcito muy insignificante, entre paja, pesebre, y animales, para
enseñar de esta forma a la humanidad a ser humildes y sencillos, pues el siendo el
hijo de Dios, el Rey del universo, el Señor de señores, dueño absoluto del Reino de los cielos, naciò en esa forma, nosotros no somos màs que neblina y polvo dice la palabra del SEñor,
por lo que para nosotros debe tener un gran significado esta fiesta, pues debemos
celebrar que ya Cristo naciò en nuestro corazòn, que tenemos la verdadera luz, que
vivimos con èl, y un dìa serà su verdadera fiesta de cumpleaños, y por hacer su voluntad
y por ser sus escogidos seremos invitados a gozarnos con èl, la verdadera fiesta del
cordero inmaculado, Dios no quiere que celebremos fiestas superficiales, fiestas de
fantacia, fiestas vanidosas, Dios quiere que aprendamos a amar al pròjimo, a compartir
con el necesitado, a dar aliento al abatido, y rescatar a muchos del castigo eterno.
Navidad no es emborracharse, ni tampoco comer en forma glotona, y derrochar todo
el dinero que podamos, pues ese acto es satisfacer nuestro ego mundado que nada
tiene que ver con vivir y participar de ese gran evento que por haberse dado aca en la
tierra hemos sido tomados en cuenta para gozar de una verdadera vida nueva a travès
de ese nacimiento.
araceli