Una larga historia de persecución
El martirio y persecuciones a los cristianos no es nada nuevo. Siempre han existido. Su momento cumbre ocurrió en el año 64, después de Cristo. A los creyentes se les arrojaba a los leones o quizá, se les inflingían cortadas profundas para provocar que sangraran hasta morir. Fue una época muy dura. Sin embargo, aquellos pioneros del cristianismo no renunciaron a sus convicciones de fe.
Una noche especialmente cruel, tuvo lugar ese mismo año. Dos mil hombres y mujeres, fieles a Jesucristo, fueron atados a maderos, cubiertos con sedas untadas de brea y, posteriormente quemados. La trágica escena se vivió en los predios de lo que hoy se conoce como Ciudad del Vaticano.
En los tiempos modernos, igual. Es más, quizá sin ir muy lejos en su hogar o en su lugar de trabajo es víctima del hostigamiento. Es hora de permanecer firmes. Hasta último momento. La fe por encima de las circunstancias. Asidos de una promesa del Señor Jesús: "El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mateo 10:21, 22).