|
Compararnos con otros
Los creyentes parecen ser muy vulnerables cuando se trata de las comparaciones. Por alguna razón que no alcanzo a discernir plenamente, no nos sentimos cómodos con las diferencias.
Preferimos la uniformidad, lo predecible, los intereses comunes. Si alguien piensa diferente o hace opciones distintas a las nuestras, si le gustan otros entretenimientos o se viste diferente, si tiene gustos y opiniones distintas, o si disfruta de otro estilo de vida, la mayoría de los creyentes se ponen nerviosos.
Le darnos excesiva importancia a las cosas externas y a la apariencia, y minimizamos totalmente la individualidad y la variedad. Tenemos "normas aceptables" en las que podemos movernos libremente, y permitimos a otros que lo hagan. ¡Pero que Dios se apiade de aquel que se salga de esos límites!
¿Quién escribió las reglas del juego de la comparación? ¿Podría por favor mostrarme en las Escrituras dónde dice que Dios se complace con tales actitudes negativas? ¿Por qué no puede ser espiritual una persona y a la vez disfrutar de expresiones de música o de arte totalmente diferentes a las que usted disfruta?
La comparación alimenta el fuego de la envidia entre la gente y promueve la tendencia a juzgar. Lo peor de todo es que anula la gracia. Dios nunca tuvo la intención de que todos sus hijos se asemejaran o mantuvieran el mismo estilo de vida. Observe el mundo natural que él creó. ¡Qué variedad! El águila y la mariposa... el perro y el ciervo... la margarita y la orquídea... el movedizo pececillo y el lustroso tiburón.
La iglesia no es una industria religiosa destinada a producir en serie un modelo definido en una línea de montaje. La Biblia no se escribió para transformarnos en creyentes que parecen galletitas en serie o santos recortados en papel, todos hechos con el mismo molde.
Por el contrario, las personas de las que leo en el Libro son tan distintas entre sí como Rahab y Ester, la primera una prostituta, la segunda una reina... tan diversos como Amós y Esteban, el primero un recolectar de higos que terminó profeta, y el segundo un diácono que fue mártir. La variedad honra a Dios, la mediocridad le desagrada.
Antes que podamos demostrar a otros la gracia necesaria para dejarlos ser lo que son, tenemos que liberarnos de la tendencia legalista de hacer comparaciones. (Sí, es una forma de legalismo.) Dios nos ha hecho a cada uno de nosotros tal como somos.
Quiere modelar en nosotros la imagen que tiene en mente. Su único modelo (en lo que a carácter se refiere) es su Hijo. Él quiere que cada uno de nosotros sea único, una combinación y una expresión individual, y distinta a cualquier otra persona. Esa es su intención. Solo hay uno como usted.
Y una sola persona como yo. Y lo mismo podemos decir de cada miembro de la familia de Dios. El legalismo requiere que seamos todos semejantes, unificados en nuestras convicciones y uniformes en nuestra apariencia, a lo que yo respondo: "¡Déjenme fuera!" La gracia encuentra gusto en las diferencias, estimula la individualidad, sonríe ante la diversidad y deja espacio suficiente para las diferencias de opinión.
Recuerde que libera a otros para ser lo que son, y a eso digo: "Cuenten conmigo!" Las comparaciones son odiosas. Hasta que no digamos basta a las comparaciones, no podrá fluir la gracia horizontal en la iglesia.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 3 de 3
Siguiente
Último
|
|
Saludes mi amor encantada de leerte
Un abrazo a la distancia de su hemanita
Mayita. |
|
|
|
De: Perla |
Enviado: 26/03/2012 18:51 |
Que bonito mensaje!!! no lo había leido Nuestro Dios es maravilloso, todas sus obras son perfectas!!! Somos una obra de arte de Sus preciosas manos, Él no hace fotocopias, somos individuales y todos tenemos nuestros propios talentos y dones, es por eso que nos necesitamos unos a otros, porque asi formamos el Cuerpo de Cristo cada uno es diferente con una función diferente pero debemos de caminar en unidad y armonia para que todo el cuerpo se mueva bien cordinadito! Gloria a Dios es hermoso!
Perla |
|
|
|
|