Espera en él, y él hará. —Salmo 37:5
Anteriormente yo creía que después de haber orado tenía el deber de hacer todo lo que pudiese para obtener la respuesta. Él me enseñó un método mucho mejor, y me mostró que lo único que hacían mis esfuerzos era dificultar Su obra. También me dijo que cuando orase, y creyese definitivamente en Él, quería que esperase con el espíritu de alabanza y que hiciese solamente lo que Él me mandase. El sentirse sin hacer otra cosa que confiar en el Señor parece muy inseguro; y la tentación que tenemos de tomar el asunto en nuestras manos y luchar la batalla es tremendo. Todos sabemos que es casi imposible rescatar a un hombre que se está ahogando y trata de ayudar al que va a salvarle, la misma imposibilidad encuentra el Señor con nosotros para luchar nuestras batallas cuando insistimos en lucharlas nosotros mismos. No es que Él no quiera, sino que nuestra intervención dificulta el que Él obre. Las fuerzas espirituales no pueden obrar, mientras actúan las fuerzas terrenales. Dios necesita tiempo para contestar nuestras oraciones. Con frecuencia fracasamos en que no damos a Dios una oportunidad en este respecto. Para dar el colorido a una rosa, Dios necesita cierto tiempo, y lo mismo para darle el crecimiento a un roble. Para hacer el pan de los campos de trigo, Dios necesita un cierto tiempo. Él toma la tierra, la pulveriza, ablanda, enriquece, la moja y humedece con la lluvia y el rocío, y le da vida. Él da la hoja, el tallo, el grano, y por último el pan para el hambriento. Todo esto lleva tiempo. Por lo tanto nosotros sembremos labremos, esperemos y confiemos hasta que Dios haya llevado a cabo todos sus planes. En todas ests cosas demos a Dios una oportunidad en lo que se refiere al tiempo. En nuestra vida de oración debemos aprender esta misma lección. Para contestar a nuestras oraciones, Dios tiene necesidad de cierto tiempo.
J.H.M. Extraído de Manantiales en el Desierto
Debemos de aprender a confiar en Dios y esperar pacientemente en Él. Mientras llega la respuesta, aprendamos a ser alabadores, adoradores en espíritu y verdad, es un tiempo propicio para alabar a nuestro Dios que es bueno y Todopoderoso, Inmutable y Soberano, reconocer que Su amor es incondicional y que todo lo que anhela es bendecirnos, conceder nuestros deseos, suplir nuestras necesidades, que gocemos de esa vida abundante por la cual Su Hijo dio Su vida en esa cruz, no desperdicies el tiempo siendo quejoso, con la auntocompasión, con lamentos y tristezas porque ahi no habita Dios, pero si, en la alabanza de Su pueblo, porque le alaba quien le conoce y sabe que Él siempre responde a las oraciones que están alineadas a su santa, perfecta y buena volutad. Dios te bendiga,
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas
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