Como oyó que estaba enfermo, quedóe aún dos días en aquel lugar donde estaba.. —Juasn 11:6
El comienzo de este maravilloso capítulo encontramos la afirmación siguiente: Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro," esto nos enseña que en el mismo corazón y en el fondo de todas las intervenciones de Dios para con nosotros, po0r muy6 negras y misteriosas que puedan ser, debemos tener valor para creer y afirmar en el infinito e inmutable asmor de Dios. El amor permite4 el dolor, Las hermanas nunca dudaron que Él se apresuraría a toda costa y evitaría la muerte de su hermano, pero, "Cuando oyó que estaba enfermo, qu7edóse aún dos días en aquel lugar donde estaba."
Él se abstuvo de ir, no porque no los amaba, sino porque los amaba. Sólo su amor le detuvo el apresurarse inmediatamente a aquella casa querida y desconsolada. Cualquier otra cosa que no hubiese sido Su amor infinito, se hubiese apresurado a acudir en aquel mismo instante a consolar aquellos corazones abatidos y amados, para evitar su aflicción y tener el gozo de limpiar y retener sus lágrimas y devolverles su felicidad.
Sólo el amor Divino podía refrenar la impetuosidad de la ternura del corazón del Salvador, hasta que el Angel del Sufrimiento hiciese su labor.
◘Quién puede calcular lo mucho que debemos al sufrimiento y al dolor?
Si no fuese por ellos, tendríamos muy poco espacio en que ejercitar las facultades de muchas de las principales virtudes de la vida crisitana. Dónde estaría la fe, si no exitiese la prueba para probarla; o la paciencia si no tuviese nada que soportar; o loa experiencia, si no existiese la tribulación para desarrollarla.
Charles E. Cowman
Gracias amado Padre celestial, porque Tú escuchas nuestro clamor y respondes siempre en tu maravilloso tiempo, gracias porque nunca nos fallas, gracias porque nos has enseñado a esperar pacientemente reconociendo que lo mejor es alabarte, adorarte mientras llega la respuesta, porque quién como Tú, oh Santo de Israel, para bendecirnos más abundantemente de lo que podemos imaginar. El conocerte hace que la espera nunca sea desesperante sino un tiempo propicio para coronarte de gloria y de honra porque no hay otro dios como Jehová hacedor de milagros y prodigios.
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