Creo que la vida debería ser una celebración. Son demasiados los creyentes que no disfrutan la vida, y aún menos los que la celebran. Mucha gente ama verdaderamente a Jesucristo y va camino al cielo, pero muy pocos disfrutan el viaje. Por muchos años fui una de ellos... y así era Marta.
Marta estaba ocupada haciendo lo que yo acostumbraba hacer: correr de un lado a otro, tratando de que todo estuviera en perfecto orden, para impresionar a Dios y a todos. Complicaba mi relación con el Señor porque tenía un enfoque legalista de la justicia. Buscaba muchas cosas: respuestas a mis dificultades, prosperidad, sanidad, éxito en mi ministerio, cambios en mi familia. Solo me sentía bien cuando estaba haciendo algo. Y me incomodaba la gente como María, que sabe disfrutar sin esmerarse tanto. Pensaba que ellos deberían hacer lo que yo hacía.
Mi problema era que tenía todo de Marta y nada de María. Amaba a Jesús pero no había aprendido de la vida sencilla que Él deseaba que yo viviera. Descubrí que la respuesta tenía su raíz en la fe, conocer lo que significa sentarse a los pies de Jesús, escuchar sus palabras, y confiar en Dios con toda mi alma y corazón
Joyce Meyer
Si quieres vivir una vida compleja, sin gozo, intenta realizar lo que no pueda hacerse sin Dios.
Lucas 10:38-42
Jesús visita a Marta y a María
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana que se llamaba María,la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
Dios te bendiga,
Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas
Mi problema era que tenía todo de Marta y nada de María. Amaba a Jesús pero no había aprendido de la vida sencilla que Él deseaba que yo viviera. Descubrí que la respuesta tenía su raíz en la fe, conocer lo que significa sentarse a los pies de Jesús, escuchar sus palabras, y confiar en Dios con toda mi alma y corazón