JUAN 1:12
Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Enorme privilegio que se nos concede, herederos de la vida eterna y amor infinito imperecedero.
Este pasaje explica claramente cómo convertirnos en hijos de Dios. Debemos recibir a Jesús mediante la fe en Él.
Ciertamente, Dios es nuestro Padre por el mero hecho de habernos creado y de cuidar de nosotros con su providencia amorosa; en este sentido, todos los hombres son hijos de Dios. Pero cuando Pablo dice que en Jesús recibimos «la condición de hijos» se está refiriendo a una nueva realidad, a un salto cualitativo que se produce en nuestro ser: en Jesús llegamos a participar de la misma vida del Padre. Por eso el Evangelio habla de un nuevo «poder», de una nueva capacidad, a la que se accede por un nuevo nacimiento: «A cuantos le recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio poder para ser hijos de Dios. Éstos no nacen por vía de generación humana, ni porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios» (Jn 1,12-13).
Por la gracia que Dios nos da de arrepentirnos y tener fe en el Salvador y Señor, nacemos de nuevo a una vida nueva como hijos de Dios. Solo aquellos que reciben a Jesús – no los que apenas saben de Él, sino los que confían en Él para salvación, se someten a Él como su Amo y Señor, y lo aman como el supremo tesoro – son hechos hijos de Dios.
Dios es el único que “tiene el derecho” de acuerdo a su misericordiosa voluntad. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.”
Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Juan 3:7-10).
No nos equivoquemos; un hijo de Dios no puede ser “repudiado” por pecar. Pero alguien que “practica” el pecado (por ej. que consistentemente disfruta el pecar sin hacer caso de seguir a Cristo y Su Palabra), revela que nunca ha nacido de nuevo. Jesús dice de tal gente, “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.” (Juan 8:44). Por otra parte, a los hijos de Dios ya no les atrae la gratificación del pecado; sino el deseo de conocer, amar, y glorificar a su Padre.
La recompensa de ser hechos hijos de Dios es inmensurable. Como hijos de Dios, formamos parte de Su familia (la iglesia), tenemos prometido un hogar en el cielo, y nos es dado el derecho de aproximarnos a Dios en oración como nuestro Padre.
Respondamos al llamado de Dios a arrepentirnos del pecado y a creer en Cristo. Convirtámonos en un verdadero hijo de Dios hoy mismo.
Todos nosotros somos hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús (Gálatas 3:26 nvi)
Gracias por tu amistad hermanita Sara.
Gracias por tu bello mensaje lleno del amor de Dios.
Dios estará siempre contigo y con todos uds.
GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.
Hermes Sarmiento G
De Colombia