El Juez
Leer: Hechos: 10:42-44
Durante nuestra vida terrenal, Jesucristo es nuestro Señor y Salvador. Por otra parte, a medida que nuestros días aquí se acercan a su fin, y especialmente los del mundo, Él toma su asiento como Juez y se prepara para premiar a los creyentes por las cosas buenas que hicieron en su nombre.
Creo que hay un concepto equivocado y generalizado, de que Dios Padre será nuestro juez. Pero es Cristo quien nos dio la responsabilidad de ir al mundo y hacer discípulos (Mt 28.10). Por tanto, a Él le ha sido dado el derecho de determinar cuáles de nuestras acciones y pensamientos llevaron adelante su objetivo (Juan 5:22) .
Cristo es un juez imparcial. No es influenciado por lo que piensen o digan los demás, Él decide lo que es bueno y justo basándose en su justicia. Nos serán quitadas nuestras obras sin valor —en otras palabras, las acciones y las palabras que utilizamos por ambición egoísta o vano engreimiento. Lo único que permanecerá son las cosas meritorias que pensamos, dijimos e hicimos para honrar a Dios. Estos son los aspectos valiosos de nuestras vidas por los que seremos recompensados.
La recompensa es precisamente la razón por la que los creyentes estarán delante del tribunal de Cristo. La vergüenza y la culpa por los pecados del pasado, y las motivaciones equivocadas, no tendrán ningún lugar allí (Ro 8.1)
C risto mostrará quién es usted en realidad, al desechar las cosas sin valor que haya hecho. Lo que quede será el hombre o la mujer que trató de agradar al Señor. Tomemos la decisión de ser reflejos poderosos de nuestro Salvador, tanto en la tierra como en el cielo.
Dr. Charles F. Stanley
Padre Santo, te ruego en el preciso nombre de Jesucristo, que sea Tu dulce Espíritu Santo tomando el control total y absoluto de mis pensamientos, palabras y acciones que pueda exaltarte, glorificarte, darte gloria y honra con pensamientos sanos, que cuando mi boca se abra sea para alabarte y dar vida a los oyentes y que toda acción sea saturada de amor para que Tu seas exaltado en todo tiempo, Tú es un Dios de amor pero eres fuego consumidor y tu gloria no la compartes con nadie, Mi Dios amado, hazme una sierva humilde y obediente en todo tiempo. En el nombre de Cristo Jesús, Amén
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