Primera Lectura.
Daniel 12, 1-3
*Por aquel tiempo se salvará tu pueblo*
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para la vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas,/ para toda la eternidad.
Palabra de Dios.
Meditación
La previsión de catástrofes y de caos futuros nos da miedo y tomamos las precauciones necesarias para asegurarnos que no ha de ser así.
La sicología del miedo ha servido a muchos analistas sin escrúpulos para crecer económicamente a costa de las personas más afectadas, que normalmente suelen ser las más débiles, que confían sus bienes y su porvenir en las manos de estos desaprensivos, disfrazados de magos, leedores de conciencias ajenas y promotores de necesidades esotéricas. Así se ha ido elevando el número de los practicantes del horóscopo, del tarot, de la baraja, de la buenaventura. Unos venden miedo para mantener el control; otros venden ilusiones para satisfacer al cliente... Y podemos seguir así para engrosar el catálogo de vividores oportunistas.
El lenguaje del evangelio de hoy no resulta extraño a nuestra mentalidad, aunque nos parezca fuera de tono e incluso agresivo.
Los medios de comunicación insisten constantemente en las catástrofes naturales, en cataclismos nucleares, en contaminación, en indefensión ante el ozono, en los cambios climáticos, en el terrorismo, en el fin progresivo y acelerado últimamente de la vida sobre la tierra. No suena ni siquiera remoto hablar del fin del mundo y de las conmociones que suscita la sola idea de su mención. Nuestro sueño es subsistir para siempre.
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Salmo:15
*Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti*
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
Segunda Lectura
Hebreos 10, 11-14. 18
*Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.*
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Palabra de Dios.
Meditación
El tema de hoy recupera el del domingo pasado y lo completa. En efecto, el autor de la carta insiste en la unicidad del sacrificio de Cristo en contraposición a los muchos sacrificios judíos: éstos deben repetirse continuamente, porque «nunca pueden quitar los pecados» (v. 11), mientras que la oblación de Cristo es perfecta y salvífica para quien se confía en su mediación sacerdotal (v. 14). No obstante, aquí se añade un elemento nuevo que pone todo este fragmento en estrecha continuidad con la primera lectura y el evangelio de hoy: el sacrificio de Cristo es «de una vez para siempre» y por eso abre una dimensión nueva en el fluir del tiempo “cada día”: v. 11).
«Ahora» Cristo ha vencido a las fuerzas del mal y está sentado en el trono de Dios, y «únicamente espera» que su victoria se vuelva evidente y definitiva (vv. 12ss): entonces desembocará el tiempo en la eternidad; sin embargo, ya desde ahora, «quienes han sido consagrados» —a saber: quienes acogen su oblación y someten a él la voluntad rebelde que impulsa al pecado— entran en esta dimensión de eternidad “para siempre”: y. 14). Pero mientras el tiempo prosigue su curso, comulgamos ya el pan de la vida «eterna» (cf. Jn 6,48-51) en la celebración eucarística (memorial del sacrificio de Cristo).
Santo Evangelio:
Marcos 13, 24-32
*Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos.*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre."
Palabra del Señor.
Reflexión.
A través de la historia -y en nuestros tiempos también- surgen grupos, movimientos, sectas y personas que aperciben a todos anunciando la llegada de calamidades y terror pues llega el fin del mundo.
La consecuencia lógica es apretar los dientes y esperar temerosos, con el alma ensombrecida de miedo, en pleno invierno de la desesperanza.
Pero Jesús nos da las certezas que nos permiten hacer pié y no ahogarnos, y siempre cumple lo que promete.
La historia humana llegará un día a su término.
Mas no será un día de espanto; el Maestro nos ha abierto la puerta a la Vida definitiva, y por la cerradura podemos ir espiando lo que ha de venir.
Nos dice el Evangelio acerca de una conmoción cósmica... ¿porqué desde la fé que se nos ha dado, desde la esperanza que nos sostiene y por el Amor que nos salva, no pensar que el sol y las estrellas que caen, los astros movilizados significan no una catástrofe, sino más bien la ruptura definitiva de esa infinita distancia entre el cielo y la tierra...?
El rostro de Aquél que ahora presentimos y que podemos entrever por la Fe, será por fin visto claramente por todos los que ansiosamente lo esperamos.
Será un día de una gran alegría, imposible de describir.
Será el día en que nos llamará a todos, reunirá junto a Él a todos los dispersos.
Será un día de Gloria.
Y, misteriosamente, nos dice la Palabra que "se verá al Hijo del Hombre venir..."
Será un día de Gloria de Dios y del hombre junto. La plenitud de los tiempos significará la plenitud de la humanidad.
Con ese horizonte increíble ¿cómo es posible vivir en el invierno de la desesperanza?
Hay que ir construyendo la primavera de su Reino aquí y ahora, pues llega el verano del Señor.
Llega su verano en donde florecerá la vida para siempre.
Y la certeza mayor: la Palabra de Dios es Palabra de Vida y Palabra Viva, y aunque el universo se derrumbe, su Palabra no pasará jamás
Paz y Bien
Señor, me acerco hoy a Ti con fe, sabiendo que eres el Señor de la vida y de la historia. Consciente de mis debilidades y caídas, pongo mi confianza en Ti, porque Tú siempre cumples tus promesas. Mientras contemplo tu amor que se convierte en fidelidad, yo deseo también corresponder con mi fidelidad. Estoy ante Ti en esta oración para escucharte y, descubrir tu voluntad en este día.
Señor, permite que sepa vivir auténticamente mi fe, poniendo todo en tus manos, sabiendo que todo lo conducirás al bien. No soy el protagonista de la misión sino sólo un instrumento, por eso te suplico que tu Espíritu Santo actúe en mí. Te ofrezco mi día para cumplir con esa tarea que me has confiado en la Iglesia.
Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.” Padre lleno de amor, tú que te complaces en la misericordia y no te dejas ganar en generosidad y compasión, perdona siempre nuestras faltas y todo aquello con lo que herimos a tus hijos alejándonos así de tu casa y de tu mesa, así, con la luz de tu Espíritu Santo reconoceremos que tu amor es más grande que nuestras faltas y volveremos a ti con un corazón contrito y humillado. Gloria y alabanza a ti, Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.Amen,y Amen .
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico