Reconoces la voz de Dios
Lectura: Juan 10:14-16
Los niños parecen tener un oído especial cuando se trata de las voces de sus padres. econocen cuando su madre o su padre están hablando, sin importar cuántas personas estén presentes.
Asímismo, el Señor Jesús nos asegura que podemos distinguuir su voz entre los insistentes gritos y las opiniones conflictivas del mundo en que vivimos (Juan 10:27). Él promete que seremos capaces de "escuchar" su voz, a pesar de que Él no habla con palabras audibles; una de las razones es porque Él nos ha dado su Santo Espíritu, que sabe exactamente lo que Cristo está diciendo, y por tanto nos dará la sabiduría que necesitamos para entender.
¿Ha notado usted alguna vez la manera como algunos niños fingen no oir a sus padres para no tener que obedecerlos? A veces podemos parecernos a ellos; podemos dejar de reconocer la dirección de Dios por nuestro egocentrismo.
Nos concentramos en lo que queremos, e ignoramos cualquier orden contraria a nuestrs deseos.
Hay otro obstáculo para escuchar al Señor: la impaciencia. Al igual que la cultura en que vivimos, queremos las respuestas de manera inmediata. Esta tendencia puede llevarnos a escuchar a las persona equivocada. Renunciar a nuestros deseos personales y fijar nuestra atención en lo que importa a Dios, nos facilitará discernir su voz.
Cando Pedro se guió por sus propias ideas, se topó con dificultades. Pero cuando dejó de hacerlo y escuchó al Señor Jesús, se convirtió en un discípulo a quien Cristo pudo confiar la obra del reino (Jn 21:17). ¿Ha aprendido usted a distinguir la voz del Señor entre el ruido a s alrededor?
Charles F. Stanley
Amado Padre celestial, te rogamos en el nombre de Jesús, que purifiques nuestros oídos espirituales, anhelamos ardientemente escuchar tu voz, hablanos Padre amado, y que obre en nosotro un espíritu de obediencia para obedecer de inmediato todo lo que Tú nos pidas, que seamos prestos para escucharte y obedecerte, Amado Padre, lava con hisopo nuestros oídos y que seamos pacientes y no nos apartemos de nuestro lugar de oración hasta que el dulce silbo apacible, como un viento suave llegue a nuestro lugar de oración llevandonos tu dulce voz para darnos dirección e indicarnos que debemos de dejar de hacer y que caminos nos conducen a tu gloria. Te damos toda la suprema alabanza y la suprema adoración porque Tu eres digno de recibir la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas
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