Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. ” Luc.2:6-7
Jesús, no solamente se humilló al despojarse a sí mismo de su forma de Dios y hacerse semejante a los hombres sino que, la manera en que llegó al mundo es una de las lecciones de humildad que ser humano alguno jamás podrá pasar por alto.
¿Quién no ha visitado un zoológico, o estado en una finca donde hay animales? ¿Cuántas veces se tiene que recurrir a taparse la nariz porque el olor en ese ambiente se hace, en ocasiones, insoportable? No es mucho el tiempo que se puede permanecer en semejante lugar, ¿verdad?
Pues, cuando la Biblia nos dice que nuestro amado Salvador vino al mundo en un pesebre, no fue en un ambiente con olor a pino o lavanda ni gardenia… literalmente, fue en un pesebre donde se recostaban animales de carne y hueso con el olor que les caracteriza.
Le plació al Rey de Reyes y Señor de Señores escoger tal entorno de miseria para enseñarnos que no hay virtud que más nos acerque a Dios y que más bendición suponga para nuestras vidas, que la HUMILDAD. “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas… ” Mateo 11:29.
¡Cuánto batallamos con el orgullo y la soberbia! ¡Qué difícil se nos hace enroscarnos como el gusano cuando nuestro ego es provocado! Jesús se humilló y Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre… ¡JESUCRISTO es el Señor!
Jesús, la ofrenda de vida, lleno de gracia y verdad; Se hizo humilde hasta la muerte… ¡Gloria al Príncipe de Paz! Es el regalo de Dios para darnos salvación, que busca, ya no un mesón, sino un lugar… en el corazón.
Por: Zaida S. Colón-Ramós
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas
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