BATALLA CONTRA EL DESALIENTO
Por: Eliezer González 1 Reyes 19
Hace años, como un joven dispuesto a hacer algo para Dios, me involucré en muchas actividades, corría de un lugar a otro, estaba inmerso en el "ministerio", hasta que una simple pregunta me paralizó. "Eliezer", me preguntó un amigo, "lo que estás haciendo, ¿hasta dónde llega a la luz de la eternidad?"
Supongo que su pregunta fue sin ánimo de desarmarme, y tal vez aun sin intenciones de que fuera recordada por tantos años. Es posible que él mismo haya olvidado esa pregunta. Para mí, sin embargo, fue como si alguien me hubiese dado con un mazo en la cabeza. Yo estaba haciendo muchas cosas para Dios con el deseo de agradarlo, pero estaba olvidando la perspectiva de la eternidad. ¿Cómo podemos llevar a cabo un ministerio con la eternidad como fondo? Tengo que confesar que al darme cuenta de que mi esfuerzo no transcendía mucho, al principio me desalenté. Pero de aquel desaliento surgió la semilla para frenar mi activismo, revisar mis prioridades, profundizar mi relación con Dios y prepararme para servirle mejor.
¿Cómo escapar al desaliento, al espíritu de derrota? ¿Cómo hacer para que esas aparentes derrotas no nos agobien hasta el desaliento?
Pide lo que quieres
Salomón fue uno de los hombres mejores dotados en la historia de la humanidad. Sólo a él Dios se le apareció una noche en sueños para decirle: "Pide lo que quieres y te será concedido". Sin duda ese habrá sido un momento extraordinario en la vida de este hombre. Ahora bien, si Dios se nos apareciera hoy con esa misma oferta, ¿qué pediríamos? Nuestra petición definiría lo que somos y hasta dónde queremos llegar con Dios. Si fuéramos sinceros, admitiríamos que en los recovecos de nuestra alma a veces hay deseos que no se ajustan al deseo de Dios. Buena parte de nuestras frustraciones provienen de pensar que Dios nos ha prometido algo que Él nunca prometió, algo que nosotros creíamos que haría nuestro ministerio más placentero, más grande, más reconocido, o quizá menos difícil o con menos demandas.
Otras veces estamos tratando de sobrevivir con un nivel de salario con el cual es casi imposible mantener a nuestras familias. Mientras los demás miembros de la iglesia local pueden vivir buscando mejores recursos económicos, se espera que el pastor viva "por la fe, dependiendo del Señor". Ese doble estándar no sólo nos desalienta, sino que a veces nos molesta, pues todos debemos vivir dependiendo del Señor y de sus recursos para cada día.
Quizás usted esté dando un suspiro de alivio al ver que otros se sienten como usted, o una exclamación de incredulidad al leer estas estadísticas, pero le aseguro que hay pastores y líderes al borde del desaliento
El ministerio depende de Dios
Volvamos por un momento a Salomón. La gran sabiduría que Dios le dio lo llevó a darse cuenta de lo pasajero de todo. En el capítulo 2 de Eclesiastés él va del cinismo a la frustración, a la vacuidad y al desaliento al pensar que la gran obra de su reino no resistiría el tiempo, que a su muerte algún necio lo echaría todo a perder. ¿Cómo sobreponerse a un pensamiento tan sombrío?
"He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres" (Ec. 3:14).
Solamente cuando esta verdad gobierna nuestros corazones, podemos sentirnos libres para servir a Dios y a su pueblo con gozo. Es aquí donde termina la presión para producir por esfuerzo propio. Nadie puede añadir nada a lo que Dios está haciendo. Nadie ha agregado o quitado nada al plan de Dios, ni el más espiritual de los hombres ni el más malvado de ellos. Dios está llevando a cabo sus propósitos y nosotros podemos descansar en Él.
Cuando el tiempo y la eternidad se unan nuevamente, todo lo que estaba en el corazón de Dios para ser conseguido en el tiempo, habrá sido hecho. Todo.
Dios está buscando a aquellos que sean vasos para sus trabajos eternos, para que sólo Él sea la explicación de lo que Él está haciendo y para que sólo Él reciba toda la gloria. Sólo Él puede hacer obras que perduren a la luz de la eternidad.
Tomado del Consejero Bíblico
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