Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz
—Mateo 10:27
Costantemente, nuestro Señor nos lleva a la obscuridad para poder hablarnos.
A la obscuridad de la casa desolada; a la obscuridad de alguna vida solitaria,
donde alguna enfermedad nos ha privado de la luz y tumulto de la vida; a la
obscuridad de alguna aflicción y terrible disgusto.
Entonces Él nos dice Sus secretos grandes, maravillosos, eternos e infinitos.
Él hace que el ojo que ha sido deslumbrado por el brillo de la tierra,
contemple las costelaciones celestiales; y al oído que reconozca el sonido
de Su voz, la cual se ahoga a menudo entre el tumulto de los gritos
estridentes de la tierra.
Pero tales revelaciones implican una responsabilidad de nuestra parte,
"que lo que digamos a la luz, que lo proclamemos por todas partes y en
todos tiempos."
Esto no quiere decir que siempre tenemos que estar metidos en la obscuridad o
encerrados en una habitación; después se nos citará para que ocupemos nuestro
puesto en la lucha y tormentas de la vida; y cuando llegue ese momento, tenemos
que estar dispuestos para decir y proclamar lo que hemos aprendido. Esto hace
que tengamos un nuevo concepto del sufrimiento y propósitos del mismo. Muy
a menudo oímos decir: "¡Qué inútil soy!" "¿Qué estoy haciendo para el bienestar
de los demás?"
Tales son los lamentos del que sufre de una forma desesperada. Pero Dios tiene
un propósito en todo. Él ha retirado a Su hijo a las altitudes más elevadas de
camaradería, para que él pueda oir a Dios hablando cara a cara, y para que lleve
el mensaje a sus compañeros al pie de la montaña.
¿Se desperdiciaron los cuarenta días que Moisés pasó en el Monte, o el tiempo
que Elías estuvo en Horeb, o los años que Pablo pasó en Arabia?
No hay período de tiempo que se invierta en la vida de fe, que no contribuya
al mejoramiento de una vida santa y victoriosa. Tenemos necesidad de pasar
a solas con Dios ciertos períodos de meditación y comunión. El que nuestras
almas se comuniquen con Dios y descansen separadas del alboroto de la vida,
es tan necesario para ellas como el alimento para nuestros cuerpos.
A solas, el sentimiento de la presencia se convierte en la poseción establecida
para el alma, y la habilita para decir una y otra vez con el Salmista:
"¡Oh Dios, Tú estás cerca!"
—F.B. Meyer
Algunos corazones, lo mismo que algunas flores nocturanas,
se abren más primorosamente en la sombra d ela vida.
Amados hermanos, Dios anhela tanto que nos apartemos de todo y
que le busquemos en un lugar apartados, donde nada nos distraiga,
donde nadie hable, en esa hermosa soledad, donde la quietud
y el silencio nos permitirá escuchar Su dulce voz, a veces no
tenemos nada que decir, sólo esperar que Él manifieste Su gloria
el poder de Su gracia, derramándo sobre nosotros su aceite
fresco para limpiarnos, sanarnos, liberarnos de toda opresión y
luego darnos todo lo que Él quiera darnos, no importa cómo te
sientas, ni que estés atravezando, buscalo, buscalo porque sólo
en Su santa presencia encontrarás respuesta a toda inquietud
y saldrás renovado, con nuevas fuerzas, lleno de gozo y de Su
paz que te permitirá ver las cosas con Sus ojos y comprenderás
que para los que le amamos todo ayuda a bien.
Dios te bendiga hoy y siempre
Ministerio Mujeres en VictoriaSomos siervas de Dios que trabajamos por la restauración
integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración
de la mujer en todas las áreas