Amado Padre celestial, en el glorioso nombre de Tu Hijo Jesucristo te rogamos que pongas guarda en nuestros labios y una brasa ardiente en nuestra boca, danos sabiduría e inteligencia y cuando ésta se abra fluyan ríos de agua viva, palabras que edifiquen que den vida y consuelo a los oyentes. Haznos sabias para hablar.
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