Te exalto y te amo, Dios de generaciones, Dios fiel y justo que salva y rescata para darme una oportunidad más de enmendar y resarcir. Eres Dios personal, de relación sin intermediarios; eres Dios que busca mi madurez y que sea responsable frente a la vida. Gracias porque no me imputas el pecado de mis antepasados, sino que yo doy cuenta únicamente de mis propias acciones.
¡Gracias por las circunstancias que me rodean, por la familia que me diste, por todo lo que hoy tengo y por lo que no tengo! Estoy aprendiendo a tener contentamiento en todo y por todo y hoy te agradezco por mis antepasados, mis abuelos y mis padres. Señor, nos hiciste a todos y sabes exactamente qué hacemos y qué llevamos en el alma y espíritu. Oro hoy por mi vida, declarando libertad de pactos y ofrecimientos que mis antepasados hicieron consciente o inconscientemente, pero cuyo resultado es real y permanente hasta que la Sangre de Cristo aparece en respuesta al arrepentimiento.
Con pleno conocimiento de mi identidad en Cristo —soy una nueva criatura, todas las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas— pero yo declaro mi pecado a ti, Señor, no lo encubro, confieso mis rebeliones y sé que Tú perdonas la maldad de mi pecado. (Si sabe cuál es el pecado que se repite en sus generaciones, menciónelo aquí.) Oro que los pactos y sus consecuencias son rotos permanentemente y yo y mis descendientes, somos libres. Declaro que la prosperidad, sanidad, relaciones, empleo, familia todas vienen de tu mano y solo de tu mano. Ningún otro espíritu tiene autoridad de reclamar parte de mi vida, porque Cristo es mi Salvador. Espíritu Santo, alumbra mi entendimiento para reconocer los procesos de pensamiento y las actitudes con las que el enemigo de mi alma busca perpetuar su asidero en mi vida. Soy libre de las líneas de iniquidad, de esa inclinación o propensión a caer en los mismos pecados y actitudes esclavizantes que también atraparon a mis antepasados.
Tengo la mente de Cristo y mis pensamientos pasan el proceso de filtración a través de la Palabra y al ser renovada mi mente, mis acciones se alinean y camino en la verdadera vida plena y victoriosa que Cristo pagó por mí. Sigo la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre y peleo la buena batalla de la fe, echando mano de la vida eterna. Soy más que vencedor en Cristo que me ama. Amén.
si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
- 2 Crónicas 7:14
Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la
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