La logística de la gracia La provisión de Dios es perfecta, especialmente cuando nada más lo es. por Jamie A. Hughes Para los soldados del Red Ball Express, cada kilómetro que transitaban, ponía a prueba sus nervios. Los viajes que hacían de día desde Normandía hasta el frente de batalla exigía que se defendieran contra emboscadas de los soldados nazis; y quienes viajaban de noche lo hacían sin encender las luces de los vehículos para evitar llamar la atención de los bombarderos de la aviación alemana. Lo que mucha gente no sabe es que sin una gigantesca operación logística, la ofensiva contra Berlín no habría sido posible. Fue necesario que 23.000 soldados condujeran más de 6.000 camiones para proveer de gasolina, municiones y víveres a los soldados aliados. Durante los ochenta y un días que duró el sistema logístico, los valientes hombres que hacían la ruta de 644 kilómetros, entregaron más de 412.000 toneladas de pertrechos, asegurando así su lugar en la historia de la Segunda Guerra Mundial como un factor significativo en el Día de la Victoria en Europa el 8 de mayo de 1945. Napoleón Bonaparte dijo una vez: “Un ejército marcha sobre su estómago”. Es decir, sin provisiones, un ejército queda paralizado. No importa cuán numerosos sean los soldados ni qué tan bien entrenados puedan estar, necesitan un suministro constante de comestibles y combustible para seguir la marcha. Lo mismo puede decirse de la gracia incomparable de Dios en la vida del creyente. Después de todo, ¿no somos totalmente dependientes de Él para lo que necesitamos cada día? Es posible que nos apresuremos a responder que “sí”, cuando se nos hace la pregunta, pero somos igualmente rápidos para no tener en cuenta al Señor cuando alcanzamos éxito con nuestras fuerzas, de manera que, los recordatorios frecuentes son necesarios.
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