El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí.
El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros; Isaías 61:1
Este pasaje describe la liberación de Israel del cautiverio babilónico como un año de jubileo en el que se cancelaban todas las deudas, se liberaban los esclavos y se devolvían las propiedades a sus dueños originales (Levítico 25). Pero la liberación del cautiverio no trajo lo que el pueblo esperaba; todavía era un pueblo conquistado y oprimido. De ahí que Isaías quizás se refería a una era mesiánica futura. Jesús con audacia anunció: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Jesús se proclamó como aquel que haría que estas buenas nuevas sucedieran, pero de una manera que la gente era incapaz de entender.
La misión del profeta es llevar la buena noticia a los pobres y el anuncio gozoso de la libertad para los cautivos. Este magnífico oráculo destila la alegría de la liberación y del consuelo por el cambio de situación que ha de producirse en Israel de donde desaparecerá la injusticia, la opresión y la pobreza.
Cada creyente puede decir hoy “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido. Me ha enviado...” Todo cristiano es un testigo de la misericordia de Dios con una misión especial a los más pobres, a las víctimas de la violencia, a los desplazados, secuestrados o indigentes. Todo cristiano tiene que combatir contra la corrupción, el secuestro y todo signo de cultura de muerte porque es un “ungido” para sanar, liberar y proclamar la buena nueva de la salvación liberadora.
La nueva evangelización consiste en actualizar este evangelio por la predicación: El hoy de la escritura es liturgia y vida. El creyente debe hacerse responsable de la palabra de salvación regalada y encarnada por Jesús para hacerla carne de su propia carne y sentido de su propia vida y de los que quieren escuchar la predicación.
Esta profecía se refiere a Jesucristo quien de hecho la leyó muchos años después en la sinagoga de Su país.
Estas son algunas de las cosas que Jesús vino a completar. Jesucristo vino a sanar al de corazón quebrantado. ¿Tu corazón ha sido herido, quebrantado por algo? Puede que el dolor sea grande, pero hay alguien que puede sanarlo, el Señor Jesucristo. Dios lo envío para sanar a los de corazón quebrantado. Hay algunas heridas que no se van rápidamente, sin embargo, todas las heridas necesitan a Jesús para ser sanadas. No escondamos nuestras heridas de Él, no hagamos como que no existe. Una herida es algo real y no va a engañar más que a nosotros mismos al considerarla como inexistente, aún estando ahí.
Abramos nuestro corazón a Jesús, Él es el Sanador; pidámosle que nos visite y nos sane. Algunas heridas toman tiempo en desaparecer pero todas son sanadas si se les entregan al Señor. Él vino a sanar nuestras heridas; a abrir la prisión que nos encierra y a liberarnos, a consolar a los enlutados, a darles gloria en vez de ceniza, gozo en lugar de luto. Sí, hay alguien que puede consolarnos y sanarnos; hay alguien que puede extender Su mano y ayudarnos. La herida no necesariamente debe permanecer ahí para siempre, ni tampoco estamos condenados a estar encerrados en una prisión. Extendamos la mano al Señor, acerquémonos a Su trono confiadamente para encontrar ayuda en tiempo de necesidad (Hebreos 4:15-16). Todos necesitamos ayuda, todos sufrimos de heridas y todos necesitamos del Señor para que nos libere de ellas. Él comprende nuestras debilidades y en Él encontramos la ayuda, el aliento y la sanidad que necesitamos.
La vida cristiana es, antes que ninguna otra cosa, cien por ciento libertad. Una libertad sobria, madura, correcta, que es como se puede entender una libertad.
La Biblia enseña que al “conocer la Verdad seremos verdaderamente libres…”
La consigna es mantenernos intactos en un mundo cambiante, manejando con madurez nuestra libertad porque el precio de ella ha sido muy alto.
DIOS TE BENDIGA.
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
|