Debemos tener la convicción de que fallar no es fracasar, por el contrario, debemos entender que cada falla es una oportunidad para hacer las cosas mejor, un triunfador nunca fracasa, siempre se levanta de sus caídas y vuelve a empezar.
Cada vez que se presentan dificultades en el camino es fácil pensar en abandonar el reto, porque nuestras emociones fluyen y los malos pensamientos empiezan a posarse en la mente pretendiendo cambiarnos el rumbo del camino que ya estaba trazado; sin embargo, un debemos tomar la determinación en una situación como estás de continuar la batalla, de no perder su identidad, de seguir persistiendo hasta comprender que lo sucedido simplemente fue una prueba de fuego por la que todos en algún momento de la vida tenemos que atravesar. Todos nacimos para ser triunfadores, sólo que algunas personas todavía no lo reconocen.
Todos necesitamos de alguien experto que nos direccione en nuestros caminos, necesitamos de alguien sabio, inteligente y con poder. Necesitamos de alguien que nos motive y nos levante cuando caigamos, y sobre todo alguien que sea ejemplo y digno de imitar, ese alguien es Jesús. Debemos entregarnos desde el principio nuestros planes y nuestros proyectos al Señor, porque Él es el único que puede llevarnos al éxito de cada una de las metas que queremos lograr. Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán. Proverbios 16:3
No debemos perder nunca nuestra identidad. Sabemos quiénes somos, sabemos de dónde venimos y sabemos para dónde vamos. Tenemos la convicción de ser hijos de Dios, sabemos que Él fue quien nos creó, sabemos que Él es su origen y sabemos que Él es nuestra dirección; a donde Él nos lleve es donde debemos estar y hacer lo que Él nos pide, es lo que debemos hacer.
Es fácil perder la identidad en Cristo cuando estamos en medio de una crisis, pero nunca olvidaremos quién es nuestro creador, mi protector, mi defensor, mi respaldo y mi salvador. Dios nunca deja sólo a sus hijos en la batalla, Él siempre está dispuesto a rescatarnos del hoyo en el que caigamos, nos levanta y nos fortalece para continuar en nuestro camino. Tenemos claro que estamos con el mejor y que ninguna crisis es más fuerte que Él.
Dios siempre estará presto a levantarnos cada vez que caigamos, cada vez que el fracaso llegue a nosotros. Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan. Romanos 8:28.
Alimentémonos de las crisis, las lágrimas se convierten en combustible y la presión fortalece el hambre y la sed de triunfar. Sabemos que estar con Cristo es saber que todo en Él, lo conseguiremos.
Sabemos que el propósito de nuestro triunfo es que sirvamos de testimonio para aquellos que han perdido la esperanza de lograr sus sueños, no jactemos y vanagloriemos de la victoria que el Señor nos ha permitido alcanzar. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. Gálatas 5:26
Todos llevamos a un héroe dentro de nuestro corazón, reconozcámoslo, descubrámoslo y empecemos a disfrutar de las victorias que tendremos en el Señor, no nos conformemos con lo que hemos vivido, tenemos la oportunidad de dejar una huella diferente en los corazones de aquellos que nos conocen, empecemos a actuar como triunfadores que somos.
Recordemos que un triunfador convierte el fracaso en victoria .
Dios los bendiga queridos hermanitos.
Gracias hermanita Marita por tu bella amistad.
Dios te siga bendiciendo grandemente.
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico
GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.