Toda la Escritura deja claro que Dios promete ser hallado sólo por aquellos que están
dispuestos a entregarse a Él. Jesús enseñó acerca de esta importante condición,
cuando dijo: "bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios"
(Mt 5:8). Esto lo dijo inmediatamente después de haber declarado "Bienaventurados
los pobres de espíritu [...]. Bienaventurados los que lloran [...] Bienaventurados los mansos [...]
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia [...]. Bienaventurados los
misericordiosos" (vv3-7).
Cada una de estas condiciones refleja la necesidad de tener un corazón rendido para poder
recibir la bendición del Señor. Dios no puede ser hallado por cualquier persona, porque Él es
Espíritu y sólo puede ser visto por aquellos a los cuales Él decide revelarse. Esa verdad
también se aplica a la Biblia. Si bien las Escrituras nos fueron dadas para guiarnos a Dios,
también siguen siendo un libro cerrado para quienes tratan de hallar al Señor según sus
propios términos. Él será hallado en las páginas de Su libro por aquellos que deseen obedecerle;
de lo contrario, nunca lo encontrarán.
Jesús dijo acerca de Dios y de Sí mismo: "El que quiera hacer la voluntad de Dios,
conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta (Juan 7.17).
La Salvación es un regalo. El perdón y la vida eterna nos llegan sólo por gracia, por
medio de la fe en Cristo (Efesios 2.8-9). Sin embargo, para poder ver a Dios en la Biblia,
es necesario que la persona esté dispuesta a hacer Su voluntad. Sólo si nos entregamos
a Él, tendremos la seguridad de que nos permitirá descubrir la verdad sobre Cristo en
medio de nuestras circunstancias actuales. Unicamente con un corazón rendido podremos
ver al Padre y a Su Hijo en cada página de la Escritura.
Dios sea propicio a ti
Perla,