Como seguidores de Cristo, constantemente encontramos que nuestras reservas emocionales y espirituales se agotan por causa de los desafíos de la vida en un mundo caído. En tales momentos, necesitamos el alimento para fortalecernos. En el Salmo 37, David nos alentó a fortalecer nuestros corazones alimentando nuestras almas. Él escribió: "Confía en Jehová, y Haz el bien; y habitarás en la tierra,... y te apacentarás de la verdad" (v.3). Cuando la debilidad nos aflige, la seguridad y la tranquilidad de la fidelidad interminable de Dios puede darnos la capacidad para seguir adelante en Su nombre. Su fiel cuidado es el alimento que necesitamos, dándonos, tal y como dice el himno "Oh, Tu fidelidad"; —Eres mi fuerza, mi fe, mi reposo, mi castillo, esperanza mía, mi Dios, en quien confiaré— |