Lectura: Hechos 14:8-18
Y mi honra no la daré a otro. — Isaías 48:11
Bárbara Mertz se queja del faraón egipcio Ramsés II. En su libro "Temples, Tombs,
and Hieroglyphs [Templos, tumbas y jeroglíficos], esta arqueóloga escribe:
"Uno se cansa de tanto Ramsés. Su rostro, su figura y su nombre están esculpidos
en más de la mitad de los muros que aún quedan en pie en Egipto; al ...menos,
eso parece". En su insaciable sed de honra, Ramsés se deleitaba en la
religión egipcia, que enseñaba que el farón era dios.
Compara el deseo de honra de Ramsés con la actitud de Pablo y Bernabé.
En uno de sus viajes misioneros, enfrentaron una situación donde rechazaron
aceptar vanagloria. Cuando la multitud de la idólatra ciudad de Listra los vio
sanar a un paralítico, exclamó: "Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido
a nosotros." (Hechos 14:11). De inmediato, prepararon animales para sacrificarlos
en honor a ellos. Pero rápidamente, ambos objetaron, diciendo: "Nosotros también somos
hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades
os convirtáis al Dios vivo" (v.15).
No podemos compararnos con los apóstoles en cuanto a sus logros para Dios,
pero todos hacemos cosas para Él. Es allí, entonces, donde debemos ser
"reflectores de Honra" y asegurarnos de que el Señor sea quien reciba toda
la gloria por las cosas que nosotros hacemos.
H. Dennis Fisher.