
Jesús dijo que Él es “la luz del mundo” (Juan 8:12). Hemos de brillar
“como luminares en el mundo”
siendo “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha” (Filipenses 2:15).
Así es como nos destacamos en el mundo oscuro y pecador que nos rodea.
También podemos mirar a Jesús como nuestro modelo de humildad. Aunque tenía todo el derecho
de aferrarse a su alta posición en los cielos con Dios,... “se despojo así ٟmismo", escribió el apóstol
Pablo (v.7). No sólo se hizo hombre, sino también siervo.
¡Qué posición tan humilde para el Creador del cielo y de la tierra!
Jesús es nuestro ejemplo de servidumbre genuina. Sin embargo, es también la estrella más
resplandeciente del universo. A medida que nos parezcamos más a Él seremos estrellas brillantes
y resplandecientes, y la gente se sentirá atraída a Cristo por medio de nuestro humilde servicio.
¿Brilla tu luz con resplandor?
Perla