Nasrudin llevaba una carga de sal al mercado. Su asno tuvo que vadear un río y la sal se disolvió. Al alcanzar la otra orilla, el animal se puso a corretear, contentísimo de haber aligerada su carga.
Pero Nasrudin, estaba enfadado de veras. Al siguiente día en que había mercado Nasrudin cubrió los sacos con abundante algodón. Al cruzar el río, el asno casi se ahoga por culpa del exceso de peso.
– ¡Tranquilízate! – dijo Nasrudin
– ¡Esto te enseñará que no siempre que cruces el río vas a ganar tú!